El Eclesiástico nos dice: «No dejes que la tristeza se apodere de tu alma, ni te aflijas a ti mismo con tus pensamientos». La alegría del corazón es la vida del hombre y un tesoro de santidad; Papa Francisco nos ha dicho: «Una esperanza sin alegría no es esperanza, no va más allá de un sano optimismo.» y también añade: «El dolor es dolor, pero vivido con alegría y esperanza te abre la puerta a la alegría de un fruto nuevo.»
San Juan Bosco, que nació hace poco más de 200 años, el 16 de agosto de 1815, conociendo la importancia de la alegría para la salvación de la juventud, insistió mucho sobre ella en la educación, alegría en Dios. He aquí sus consejos:
1. Para nosotros la santidad consiste en estar siempre alegres.
2. Alegría, estudio y piedad: este es el mejor programa para hacerte feliz y beneficiar a tu alma.
3. Muéstrate siempre alegre, pero tu alegría sea sincera.
4. Para ser bueno basta practicar tres cosas y todo te resultará a pedir de boca. ¿Cuáles son estas tres cosas? Alegría, estudio y piedad.
5. ¡Qué feliz me siento, viéndote alegre!
6. Estemos siempre alegres y ni cuenta nos daremos qué pronto pasa el tiempo.
7. No se puede pretender cosas extraordinarias de los jóvenes, sino lograr simplemente que sean buenos y que estén siempre alegres.
8. El cielo ayuda al hombre alegre.
9. El demonio tiene pánico de la gente alegre.
10. La alegría, la oración y la Comunión son nuestro sostén.
11. Si quieres una vida alegre y tranquila, procura estar siempre en gracia de Dios.
12. Para ejercer una influencia benéfica entre los niños, es indispensable participar de sus alegrías.
13. ¿Queremos estar siempre joviales y risueños? Es la obediencia que nos lleva a esa alegría.
14. Vuestras plegarias y alabanzas a Dios hacedlas no solamente con recogimiento de espíritu, sino con gozo y alegría de corazón.
15. Lo que alegra y halaga al cuerpo, debe beneficiar también al espíritu, para que así todo se disponga a la mayor gloria de Dios.
16. El Señor espera que le sirvan con gusto, porque haciéndolo con alegría y de corazón, se ama más a Dios.
17. Cuando el alumno se deja guiar por la obediencia, como una madre lleva de la mano a su hijo, reinará la paz y la alegría en nuestro Oratorio.
18. Conservando siempre vuestra alegría, os alejaréis del pecado.