José Luis Álvarez Santacristina, más conocido como ‘Txelis’, ha sido uno de los terroristas más importantes de ETA. Fue uno de sus principales ideólogos, organizó el grupo y llegó a ser el líder de la banda terrorista antes de ser detenido en 1992 en Francia. Fue condenado a 90 años de cárcel por el asesinato de Manuel Broseta, por actividad en banda terrorista, por organizar comandos y por intento de asesinato. Cumplió pena primero en Francia y luego en España, donde está en libertad condicional desde 2015.
Con este historial a sus espaldas llegó a prisión. Bajo su responsabilidad y sus órdenes se habían producido varios asesinatos y precisamente entre rejas llegó su conversión religiosa. Las lecturas del jesuita Pierre Teilhard de Chardin y del Nuevo Testamento así como el acompañamiento de un sacerdote empezaron a hacer mella en él y le acercaron, según las propias palabras del exetarra, “la gracia de poder comenzar a reconducir mi vida por la senda del Evangelio”.
En su proceso de conversión era imprescindible condenar el terrorismo
En ese proceso fue siendo consciente de sus muchas culpas lo que le llevó a buscar el perdón de Dios, de sus víctimas y de sí mismo. Este cambio de vida no fue sólo pura apariencia o algo que se mantuviera únicamente en su celda sino que pronto toda la banda terrorista ETA supo que ‘Txelis’ ya no era quien ellos habían conocido.
Pronto se fue distanciando de ETA, lo que le supuso el rechazo de sus hasta entonces compañeros.En un primer momento envió una carta a la dirección etarra en la que renunciaba a las actividades terroristas y repitió esta actitud en varias ocasiones hasta que fue expulsado de la banda terrorista tras pedir el fin del grupo.
Más tarde, en pleno proceso de conversión pidió perdón públicamente de “todo corazón” pero advertía que “la petición de perdón podría quedar desnaturalizada y perder su potente fuerza reparadora y regeneradora si se planteara sólo como un requisito de cumplimiento formal” ya que algunos etarras habían pedido perdón únicamente para acogerse a beneficios penitenciarios.
Una víctima de ETA le anima a seguir esta senda
Él, sin embargo, sabía de que no por pedir perdón a sus víctimas tenía que ser perdonado. “Soy consciente de la responsabilidad moral que conlleva haber sido durante años militante de ETA; Dios es testigo de que estoy profunda y sinceramente arrepentido”, ha declarado.
Carmen Ripa, viuda de José María Portell, el primer periodista asesinado por ETA, le escribió esto: “El perdón es una disciplina políticamente incorrecta. Hoy te darán la primera página, pero después vendrá el vacío de los que se consideraban tus amigos, el vacío hacia dónde quieres llegar y el vacío de los que no quieren acompañarte. No te desanimes. Jesús, ese hombre excepcional al que citas, dice que el perdón os hará libres. Duerme en paz y aleja de tu lado los demonios de la noche. Lo hecho, hecho está. Nunca se puede rebobinar el pasado, pero el futuro se puede empezar cada día. Hoy, José Luis Álvarez Santacristina es el primer día de tu nueva vida. ‘Txelis’, tu nombre de guerra, ya no está”.
Álvarez Santacristina confiesa que su historia “es la de una gracia concreta y palpable, porque la fe me enfrentó a cosas peores que el miedo a un supuesto infierno: dar un sí definitivo a la fe de Jesús de Nazaret me suponía arrepentirme hasta la médula de los actos a los que pude contribuir en mi época de militancia en ETA, a rechazar la violencia y a decirlo claramente”.
Los siete consejos de ‘Txelis’ para pedir perdón
Para saber más sobre el perdón, él que lo ha experimentado de Dios y que se lo ha pedido a sus víctimas, la revista Misión se ha puesto en contacto con el exetarra y Álvarez Santacristina ha contestado enviando siete consejos sobre cómo pedir perdón:
1. La petición de perdón, para ser auténtica y reparadora, debes hacerla, ante todo y sobre todo, desde el sufrimiento de la víctima, desde la conciencia del dolor generado, a veces de forma irreparable, en ella y en sus familiares.
2. Recuerda que pedir perdón de forma sincera no obliga a la víctima a tener que otorgarte su perdón, ni siquiera a escucharte. Quien pide perdón de verdad no espera necesariamente que se le otorgue el perdón, porque es consciente del daño infligido, y de la dificultad, a veces enorme, de la víctima o sus familiares para poder perdonar.
3. Aunque pedir perdón no constituye una exigencia para la víctima, puede ser una oportunidad para que la memoria del daño sufrido se asiente, se avance en la labor de duelo cuando se ha sufrido la pérdida de un ser querido o graves heridas físicas y morales, y se construya una paz reparadora.
4. Pedir perdón es un acto de humildad, pues te reconoces radicalmente falible y responsable del mal causado a alguien; no echas balones fuera, no buscas excusas: reconoces, simple y llanamente, tu error o el mal causado.
5. También es un acto de valentía porque, lejos de toda arrogancia o sumisión deshumanizante a presiones externas, te atreves a enfrentarte al mal que has provocado.
6. Piensa que pedir perdón es un acto genuinamente humano, que muestra nuestra capacidad de reconocer el daño causado ante quienes lo han sufrido. Al pedir perdón, inicias un proceso de reparación del daño y, a su vez, te reconcilias contigo mismo, con lo más profundo de tu dignidad. Eso sí, pedir perdón no responde, en primera instancia, a una necesidad psicológica o social que tengas, sino a un deber de conciencia para con tu víctima.
7. Si pides perdón, no solo pides algo, también ofreces algo, por pobre que parezca en comparación con el daño infligido: ofreces humildad, sinceridad, remordimiento y empatía con el dolor de la víctima y su familia, muestras tu pesar por el mal cometido. Y, sobre todo, manifiestas tu firme voluntad de no volver jamás a realizar un acto semejante. En definitiva, ofreces y muestras tu sincero arrepentimiento.
Fuente: RELIGION EN LIBERTAD