11 de diciembre de 1949 – Tercer Domingo de Adviento. El párroco de Cíhošt (un pueblo de la antigua Checoslovaquia), D. Josef Toufar, está ya prácticamente terminando la homilía dominical. La iglesia está llena de fieles que le siguen atentamente.


“En medio de vosotros está uno a quien no conocéis”, y apuntando hacia el sagrario prosigue con estas palabras:
“Aquí en el sagrario está nuestro Salvador, allí vive, palpita y nos espera a nosotros pecadores el misericordioso Corazón del Salvador”.

Unas 20 personas de entre los fieles siguen con la mirada adonde ha apuntado la mano del párroco y con asombro observan cómo la cruz de encima del sagrario comienza a moverse de izquierda a derecha, repitiendo este movimiento varias veces y quedándose al final ligeramente inclinada apuntando hacia el púlpito desde donde predicaba D. Josef.  Él no se da cuenta de nada, puesto que está de espaldas, y prosigue en la celebración de la Misa. Se enterará al día siguiente, cuando ya lo sepa todo el pueblo.

El mismo suceso se repite durante la Misa del 25 de diciembre. A D. Josef le cuesta creer que en su pequeño pueblo pudiese ocurrir algo tan milagroso. La noticia corre por el mundo, vienen a investigar autoridades eclesiales, pero también empieza a interesarse la policía nacional, especialmente su rama secreta, la STB.

Un año antes, en 1948 los comunistas habían dado un golpe de estado y se hicieron con el poder absoluto en Checoslovaquia.

D. Josef Toufar era un sencillo cura del pueblo. En atención a sus padres se quedó trabajando en la pequeña finca familiar hasta la muerte de estos y después ya siguió el camino del tan deseado sacerdocio. Fue ordenado en 1940 a la edad de 38 años. Desde ese momento se entregó con generosidad a sus parroquias y en ellas especialmente al trabajo con la juventud, para la cual se convirtió en autoridad espiritual y moral. A Cíhošt fue enviado en abril de 1948.

El 28 de enero de 1950 llegan a la casa parroquial de Cíhošt dos hombres y piden visitar la iglesia. Salen de la casa junto con el párroco y todos desaparecen detrás del muro del cementerio. Esa era la última vez que D. Josef Toufar fue visto vivo. Resulta que se trataba de dos agentes de la STB que le llevan a la cárcel de Valdice.En un solo mes los “interrogadores” reducen al sano y fuerte sacerdote de pueblo a una ruina humana ensangrentada y sin fuerzas vitales. Le pegan de diferentes maneras, le torturan usando la corriente eléctrica, le obligan a caminar durante horas, le someten a ayuno riguroso, no le dejan dormir, todo para conseguir de él una declaración de que lo del milagro ha sido todo invento y maquinación suya. Él se niega repetidamente a firmar. El abad del cercano monasterio y amigo de D. Josef, que fue llevado a la cárcel dos días después, como supuesto espía del Vaticano que había dirigido la maquinación del milagro, declaró que a D. Josef se le oía desde su celda cantar canciones religiosas.

El 23 de febrero, con las piernas destrozadas, el párroco de Cíhošt es incapaz de moverse, de sentarse y apenas puede hablar. Con frecuencia sangra por la boca. A pesar de todo es llevado en secreto a Cíhošt para filmar una película de cortometraje en la parroquia. Se trata de una película propagandística que recrease, con su imagen, el supuesto truco de cuerdas y poleas, con el que el cura y con él toda la Iglesia engañaba a los supersticiosos campesinos. Como D. Josef no estaba en condiciones físicas para actuar se hizo uso varias veces de un doble.

El 25 de febrero el sacerdote torturado entra en crisis. Todo apunta a una grave peritonitis como consecuencia de la perforación de los intestinos o del estómago. Al régimen no le interesa que se muera.  Por eso le trasladan a una clínica del ministerio del interior de Praga para una operación urgente. El padre Toufar llega ya prácticamente en la agonía. El personal de la clínica denuncia las horribles tácticas de interrogación utilizadas con el sacerdote por los agentes de la STB. Una de las enfermeras declaró en 1968:… estuve en un campo de concentración, vi muchas cosas en mi vida, pero nunca he visto un caso de violencia tan horrible. En su cuerpo no quedaba ni un sitio que no sangrase, de su boca continuamente salían salivas y sangre…”. Y este fue el testimonio del médico František Maurer: “Asistí durante la operación de Josef Toufar. Hicimos todo lo humanamente posible para salvar su vida, pero no lo conseguimos. Fue golpeado hasta la muerte de una manera increíblemente cruel. Yo digo que se trató de un claro asesinato”.

D. Josef Toufar muere poco después de la operación, el mismo día 25 de febrero a las 20:35 horas. Como causa de la muerte es puesta la peritonitis causada por la perforación del estómago.

Las autoridades lo enterraron a escondidas en una tumba común en el cementerio de Dáblice.  Al mundo le dijeron que el cura falsificador estaba preso. El mismísimo ministro del Interior, Václav Nosek, en una rueda de prensa,  anunció que el cura había confesado que había falsificado el milagro, que “él sabe que va a ser juzgado y castigado”, y que otros cómplices de la falsificación habían sido arrestados: “incluyendo sirvientes a sueldo del alto clero católico”, anunció. El ministro presentó un modelo de cuerdas y poleas y la película propagandística… pero no al padre Toufar, ya para entonces muerto y enterrado. Pasarían 4 años antes de que avisaran a los parientes de Toufar que el sacerdote estaba muerto.

El caso de la cruz de Cíhošt fue el comienzo de la represión de la Iglesia católica en Checoslovaquia. Se expulsó al clero de etnia alemana y a los extranjeros en general, se prohibió directamente el catolicismo de rito bizantino y sus propiedades fueron entregadas a clero ortodoxo ruso dócil, más de 6.000 clérigos fueron encarcelados en los años 50 (una media de 5 años o más). En 1968 quedaban en Checoslovaquia la mitad de curas que veinte años antes, y la mitad de ellos eran muy ancianos, y buena parte eran colaboracionistas del régimen. Muchas personas que tenían algo que ver con el milagro fueron encarceladas, entre ellas Josef Peske, fotógrafo, que había hecho una foto de la cruz de la parroquia por encargo del padre Toufar, fue condenado por las autoridades a 13 años de prisión por “promoción del milagro”. Peske se había negado a admitir que viese poleas o cuerdas o instalaciones en la iglesia.

En 1968, durante la “Primavera de Praga”, se inició una investigación del caso de Cíhošt. Pero pronto llegaron los tanques soviéticos y se acabó la “Primavera de Praga” y la investigación. Sólo se retomaría en 1988, cuando el Estado rehabilitó plenamente a D. Josef Toufar.

La Iglesia no se ha declarado oficialmente sobre el milagro, el movimiento de la cruz. Pero sí sobre Toufar, que es Venerable, al iniciarse el 25 de abril de este año su causa de beatificación. Se considera que murió mártir por su fe: si hubiera cedido y colaborado en la mentira contra la Iglesia, no le habrían torturado ni habría muerto. También los católicos checos aprecian a Toufar como a una persona que no vaciló en sacrificar su vida en defensa de sus ideales y en la lucha contra el comunismo.
Falta todavía mucho por restablecer la fe en la República Checa, pero está claro que la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos. Por tanto, tantos y tantos mártires, entre ellos también D. Toufar, son una clara luz de esperanza que un día cambie la condición atea de este país.

Por Hna. Zdenka Mª Turkova, S.H.M.

Publicado originalmente en Hogar de la Madre

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