Nunca he visto pasar nada tan rápido como el tiempo.

Recientemente he sido madre y no puedo dejar de preguntarme cuando miro a mi bebé tan inocente y frágil como será cuando llegue a la imprevisible adolescencia…

En mi experiencia como educadora he podido constatar que desde edades tempranas cada vez que las alumnas hacen algo que no deben y se les pregunta al respecto la frase más recurrente es: “yo no he sido la única, las demás también lo hacen” y este argumento les persigue hasta ya muy entrada la edad adulta y, en algunos casos, toda la vida.

En una visita del Señor Obispo de San Sebastian al Colegio dijo algo que se me quedó grabado: “lo corriente no tiene porqué ser normal”. Hoy en día hay tantas cosas que son corrientes, vivir en pareja para ver que tal, la promiscuidad, el inicio de relaciones sexuales a edades muy tempranas y un largo etc. de acuerdo, es cierto, mucha gente lo hace pero….¿es esto normal?

Vivimos en una sociedad erotizada cuyo valor supremo es el hedonismo, también llamado calidad de vida, vivir a tope, experimentarlo todo y esto en el más puro ejercicio de mi “libertad”. Pero, ¿es esto ser libre? Sí, si me refiero a mi libertad de maniobra, es decir, a hacer lo que me apetece, pero la libertad es por definición elegir lo que debo hacer en cada momento aunque contraríe mi voluntad, es decir mi firme adhesión a la Verdad.

En pocas décadas hemos pasado de la sexualidad tabú a la sexualidad obsesión, que nos esclaviza y nos convierte en meros instrumentos de satisfacción momentánea pasando a reducir la sexualidad a genitalidad. El verdadero sentido de la sexualidad humana incluye al hombre entero y se fundamenta en el cerebro y en el corazón. ¿Cómo se puede llegar al matrimonio y al compromiso de por vida cuando la razón de nuestra existencia es el mero placer, o en el lenguaje actual, cuando este chico/a me pone?

Debemos hacer entender a nuestros adolescentes y jóvenes que el mayor regalo que puedo hacer a la persona que quiero soy yo mismo, hay que hacerles llegar a la conclusión de que hay que ofrecer un regalo terminado y entero. Para ello es necesario un proceso profundo de elaboración de mi personalidad, de control de mis emociones, de manejo de mis defectos y virtudes y de adhesión firme a lo que creo, y este regalo solo se puede hacer una sola vez y para siempre. Este es el plan que Dios ha pensado para cada uno de nosotros, cuando nos alejamos de él sentimos frustración, decepción y casi siempre fracaso porque nos hemos reducido a meros objetos manipulables y hemos dejado de ser personas a imagen y semejanza de Dios.

Pero, ¿existen jóvenes que sepan decir no? ¿Qué no tengan miedo a ir a contracorriente? Pues sí, lo hemos visto recientemente en Madrid 2011 y lo volveremos a ver en Brasil 2013, millones de jóvenes, muchos de ellos decepcionados de una vida vacía e incluso desenfrenada que han decidido buscar ideales más altos y hacer posible los planes de Dios, que como dice nuestro Papa Benedicto XVI: “Dios no quita nada, lo da todo”.

Fuente: SON TUS HIJOS

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