La reconciliación es el acuerdo o compromiso, al que tratan de llegar los cónyuges, normalmente ayudados por terceras personas, para tratar de evitar el divorcio, que es un mal muy grave, para ellos y para sus hijos.

En el Sacramento del Matrimonio Católico, realizado exclusivamente entre un y una mujer, no existe el divorcio, pues el matrimonio es indisoluble, quedando unidos hasta que la muerte les separe. Existe la posibilidad de la nulidad matrimonial, leer: 100 Preguntas sobre la posible nulidad de un Matrimonio Católico En el matrimonio civil, si existe el divorcio y se puede aplicar cuando ambas partes estén de acuerdo o cuando lo decidan los jueces, según las leyes de cada país.

En algunos países existe lo que se llama “Divorcio Express”, es decir que el trámite judicial, tarda unos pocos días en terminarse. Con lo cual, prácticamente elimina cualquier proceso de reflexión e incluso, la posibilidad de un tiempo prudencial de separación matrimonial, para buscar y tratar de conseguir una buena, regular o mala reconciliación. Más vale que haya una mala reconciliación, porque los cónyuges creen que han cedido o perdido mucho, si al fin, han salvado el matrimonio. Las decisiones de solicitud de divorcio tomadas por impulso, siempre conllevan una gran amargura posterior, debido a que no se dieron la última oportunidad de arreglo, apaciguamiento o entendimiento.

Las personas que están en la fase de iniciar un divorcio, lo han iniciado o ya lo han obtenido, cuando son preguntadas sobre su principal deseo, suelen contestar, que quisieran que su matrimonio se pudiera arreglar y no romper. Esa suele ser su verdadera intención oculta, pero ya han empezado un camino, que creen que no tiene remedio. Pero sí tiene marcha atrás.

Algunos cónyuges emplean la solicitud de divorcio, como una amenaza para conseguir sus objetivos. Asustan a cónyuge con que si se produce el divorcio, no va a entregar ningún dinero, para la manutención del cónyuge, ni de los hijos. Otros alegan que el divorcio les permitirá quedarse con los hijos y que el otro cónyuge, no volverá a verlos. Otros para reclamar el 50% de los bienes que tiene el matrimonio y marcharse con otra persona, con la que ya tiene relaciones extramaritales, etc. Es muy importante que el cónyuge amenazado, investigue todas las falacias que le dicen, pues muchas veces son simplemente amenazas para manipularle y que conceda el divorcio.

Es difícil, pero no imposible, intentar la reconciliación, aunque durante el proceso previo al divorcio, mutuamente se hayan hecho heridas muy graves y dejado profundas cicatrices. Máxime si continuamente se ha seguido echando sal y vinagre sobre las heridas, para que escuezan.

7 Pensamientos previos para decidir si quiere reconciliarse o divorciarse:

Realice un profundo examen de conciencia, para determinar si verdaderamente y por encima de todo, quiere obtener el divorcio o salvar el matrimonio. Si únicamente quiere conseguir el divorcio civil, no siga leyendo, no pierda el tiempo.
¿Por qué y para qué quiero divorciarme?
¿Puedo y debo buscar la reconciliación, como alternativa del divorcio?
¿Por qué y para qué, quiero intentar reconciliar mi matrimonio?
¿Tengo intereses con otra persona u otros objetivos privados, que no quiero abandonar?
¿Soy victima de violencia física o mental por parte de mi cónyuge y no quiere corregirse?
¿Qué beneficios y perjuicios, religiosos, familiares, económicos y sociales tendré, si continúo con el matrimonio o si me divorcio?
El matrimonio no es un trozo de papel firmado, que se puede romper y sustituir por otro trozo de papel firmado, que es el divorcio. El matrimonio es un compromiso serio y formal, por el que vale la pena luchar, con todos los medios posibles, para mantenerlo y mejorarlo. El divorcio sí es un trozo de papel, que al firmarlo produce muy graves consecuencias sociales, legales, económicas y emocionales para los cónyuges, los hijos, la familia y la sociedad.

El matrimonio es el pilar más importante de la sociedad, para mantenerla segura, fuerte y saludable, de manera física, moral y espiritual. Si el matrimonio se rompe con el divorcio, la sociedad entera sufre una degradación económica, física, mental y espiritual.

17 Pasos para conseguir una verdadera y duradera reconciliación, que evite el divorcio: Estos pasos para realmente alcanzarla y consolidarla, pueden y deben darse a ser posible, antes de la petición oficial del divorcio, después ya suele ser muy tarde. Cada cónyuge debe ordenarlos, según la importancia que le parezca mejor.

Hacer un amplio análisis de los daños morales, sociales y derrumbe económico que producirá el divorcio, en las vidas presentes y futuras, de los hijos, de la familia y de ambos cónyuges, incluyendo sus vidas familiares, profesionales y sociales. Es muy probable, que tendrán que cambiar su entorno actual, relacionado con la familia, las amistades, la escuela, la vivienda, la ciudad, el trabajo, etc. Sin olvidar que los divorciados, tienen que hacer frente a una sociedad que premia socialmente a los matrimonios estables.
Confeccionar una relación por escrito, de las cosas que está Vd. dispuesto a realizar y de las cosas que tiene que suprimir, de su vida cotidiana. Tenga muy claro hasta dónde está dispuesto a ceder.
Practicar un inventario de las cosas, que está dispuesto a aceptar y a no aceptar de su cónyuge y hasta donde quiere que su cónyuge ceda o consienta.
Preparar un plan de reconciliación con su cónyuge, que contenga unos objetivos claros a corto, medio y largo plazo, y que incluyan un sistema de control, para empezar a negociarlos y de forma que cada uno, pueda presentar las posiciones máximas y mínimas, para poder llegar a un acuerdo satisfactorio.
Hacer un sincero acto de humildad, pidiendo perdón de lo que ha hecho mal y de sus omisiones más importantes. La parte emocional de aceptar el error, le ayudará más fácilmente a perdonarse a si mismo, a perdonar a su cónyuge y a llegar a acuerdos en la reconciliación. Si quieren amar de verdad, tienen que aprender a perdonar.
Designar a un sacerdote, pastor, rabino o imán, según la religión que practiquen, para que les ayuden a hacer el seguimiento de esos objetivos y sus resultados, asesorándoles en los casos que no se hayan agotado todas las posibilidades de reconciliación. No se enfrenten en solitario, para tomar una de las decisiones más importante de sus vidas. También pueden ser ayudados por los expertos de los Centros de Orientación Familiar (COF) de la Iglesia Católica.
Poner a sus hijos por delante de las decisiones egoístas, que vayan a tomar, teniendo muy en cuenta los perjuicios materiales, sociales y religiosos que el divorcio les va a causar.
Reflexionar sobre el amor que hubo en su día y el cariño demostrado y recibido, en otros tiempos, que les llevo a comprometerse en presencia de Dios, de la sociedad y bajo su palabra de honor, a vivir juntos para toda la vida, hasta la que la muerte les separara.
No dejarse influenciar por familiares o amigos que le manipulen, aconsejándole que no explore la posibilidad de la reconciliarse y vaya directamente al divorcio. Esos malos consejeros, no sufrirán las consecuencias de las decisiones que Vd. tome, ni conocen los puntos fuertes y débiles de Vd. ni de su cónyuge. Ellos suelen expresar lo que les hubiera gustado hacer, pero sus circunstancias y personalidades, siempre son diferentes. No hay dos problemas iguales, puede haberlos parecidos, pero con personas diferentes.
Estar muy atento por si el otro cónyuge le está chantajeando, manipulando o utilizando los hijos, en el camino de la reconciliación. Esa es otra bandera roja, que le indicará la veracidad de las intenciones.
Analizar el daño que causan y reciben cada uno de los cónyuges, hijos y familiares, con la decisión de divorciarse. Son daños irreversibles para el presente y futuro. Los hijos con padres divorciados, estadísticamente, son más proclives a divorciarse también y casi siempre, ven la vida bajo una sensación de inestabilidad e inseguridad.
Pensar en lo triste que será para sus hijos, cuando continuamente la sociedad actual, les pregunten ¿Qué edad tenías cuando tus padres se divorciaron? ¿Cuántas veces se han divorciado tus padres?
Pensar lo duro que será para su ex-cónyuge cuando le pregunten ¿Cuántos años de casados y cuantos hijos tenían cuando se divorciaron? ¿En qué situación económica, social, profesional y familiar, se quedó Vd. cuando se divorciaron? ¿Colabora económicamente su ex-cónyuge en el mantenimiento de sus hijos?
Proponer una tregua en los mutuos ataques, un armisticio donde cada cónyuge, guarde sus armas, en la espera de seguir los pasos necesarios, para intentar llegar a una reconciliación.
Recordar que el matrimonio es una entrega incondicional, que conlleva el olvido inmediato de lo que se ha entregado, ya que se ha hecho exclusivamente por la felicidad de los demás. Es una renuncia personal hacia la familia, olvidándose de la propia comodidad y del egoísmo personal.
Asumir que para que la reconciliación funcione a largo plazo, no debe ser un consenso de mínimos, que lleve escondidos los egoísmos personales. Tienen que ser un acuerdo basado en la entrega total, asumiendo las perdidas que cada cónyuge tenga que aceptar.
Un buen ejercicio para aprender a reconciliarse, es nunca ponerse a dormir sin haberse reconciliado con el cónyuge. Un pequeño gesto de contacto puede ser suficiente para indicar al otro cónyuge, el deseo de reconciliación por cualquiera diferencia ocurrida.
El pasado es el cimiento del presente y el presente es el cimiento del futuro, por eso los divorcios, no suelen ocurrir de un día para otro, ya que se suelen ir gestando, poco a poco, y avisan con sus banderas rojas de peligro.

Muy pocos estudian como van a sobrevivir, las funestas consecuencias del divorcio. Lo realizan alegando que se han cansado de la vida matrimonial y que su matrimonio está irremediablemente roto. No hacen ni el menor esfuerzo por salvarlo, creyendo que detrás de el, está una libertad mal entendida.

El matrimonio significa compromiso y entrega, pero tiene muchas y maravillosas compensaciones. El divorcio es la mayor tragedia que puede ocurrir a una familia. Es una huida, escape, deserción, derrota, etc., normalmente sin retorno y sin saber a donde se va. “Saltan de la sartén, a las brasas” por no querer llegar a una avenencia, para conseguir la reconciliación.

15 Preguntas imprescindibles para la reconciliación:

¿Tienen verdadera intención de hacer algo, para salvar el matrimonio?
¿Tienen a alguien con ascendencia moral o familiar, al que pudieran escuchar ambos cónyuges, por separado o juntos?
¿Sus hijos pueden ayudarles, como mediadores a conseguir una reconciliación matrimonial?
¿Han preguntado, analizado y sopesado todas las opciones y posibilidades que pueden realizar, antes de rechazar la mutua reconciliación?
¿Tienen la certeza que su cónyuge, cumplirá con las condiciones acordadas?
¿Están dispuestos a seguir conviviendo durante el resto de su vida, a pesar del sufrimiento para ambos y sus hijos, en el caso de que no quieran ningún cambio?
¿Han hablado con sus hijos, en función de sus edades físicas y mentales, sobre sus desavenencias matrimoniales y de las consecuencias y secuelas, que les dejará el divorcio?
¿Puede cada cónyuge vivir con independencia económica, después del divorcio?
¿Están esperando hasta que uno de los cónyuges se rompa física o emocionalmente y se convierta en su marioneta, para poder manipularle más a su antojo?
¿Creen que los niños pueden seguir viviendo en una familia, donde haya violencia entre los padres o contra los hijos?
¿Creen que tienen derecho a que hijos lleguen a perder el poder, la seguridad y la tranquilidad que les da, una familia unida, porque los padres deciden romperla con el divorcio?
¿Conocen las leyes de su país, relacionadas con el divorcio, la separación y el futuro cuidado de los hijos?
¿Tienen denuncias de violencia presentadas a la policía y están en trámite?
¿Ha pensado alguno de los cónyuges marcharse de su casa, aunque le pudieran acusar de “abandono de hogar”, porque dice que su matrimonio está en crisis y que ya no puede más?
¿Se dan cuenta que las posibles negociaciones de reconciliación, se hacen mucho mejor manteniéndose dentro del hogar?
60 Sugerencias que cada cónyuge debe plantearse por escrito:

10 cosas que debo hacer, para tener un mejor matrimonio.
10 cosas que no debo hacer, para tener un mejor matrimonio.
10 cosas que me gustaría que mi cónyuge haga.
10 cosas que me gustaría que mi cónyuge no haga.
10 cosas que ambos debemos hacer juntos, para tener un mejor matrimonio.
10 cosas que debemos hacer para que nosotros y nuestros hijos, seamos más felices.
Las respuestas a cada una de las sugerencias, deben ser 10 o más, puesto que las primeras respuestas, son muy fáciles de hacer, ya que casi son obvias. Las conocen ambos cónyuges, debido al tiempo que llevan viviendo juntos. A medida que tengan que esforzarse en utilizar la creatividad para buscar más respuestas, es cuando se empieza a forzar más el cerebro, para encontrar las cosas verdaderamente significativas y substanciales.

Pongan solamente los conceptos serios e importantes, que verdaderamente crean que les unen o les separan, sin entrar en temas baladíes o fútiles. Procuren que sean sobre percepciones y hechos reales, tales como: Los sentimientos, las actitudes, las personalidades, los roles y sitios que a cada uno le corresponden, los hijos, el amor presente y pasado, la soledad, la indefensión, etc.

Fuente: BLOG MI CUMBRE

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