Gloria von Thurn und Taxis siempre ha sido una princesa atípica. Esta alemana que pronto cumplirá 60 años, perteneciente a una importante familia aristocrática y viuda del príncipe Juan Bautista de Thurn y Taxis, estuvo durante años abonada a los escándalos.
Sin embargo, todo cambió tras la muerte de su marido en 1990, dejándola viuda con 30 años, tres hijos y cientos de millones en deudas. Según afirma en esta crónica el portal mariano Cari Filii, en este golpe de realidad en el que se encontró esta princesa apareció la Virgen María en su vida. Gracias a ella se aferró a Dios y cambió completamente de vida habiéndose convertido ahora en una defensora acérrima del catolicismo.Gloria colgó la cresta y dejó atrás su vida estrafalaria, se formó en gestión de empresas y para salvar el patrimonio familiar vendió propiedades y coches, subastó joyas y obras de arte y abrió su enorme palacio de 500 habitaciones al público, donde en la actualidad da 300 comidas calientes diarias a las personas más necesitadas.
Lourdes, un punto de inflexión en su vida
Este cambio radical de su vida se produjo durante una peregrinación a Lourdes en 1991. Allí acudió para acompañar a los enfermos que peregrinaban a la gruta para encontrarse con María. Sería la primera de muchas peregrinaciones a este santuario mariano. De hecho, ahora acude anualmente allí con la Orden Malta para cuidar a las personas enfermas.
Su vida dio un giro total. Y desde entonces empezó a acudir a misa diaria, y a acercarse al pensamiento teológico del cardenal Ratzinger, futuro Benedicto XVI, del que ahora es amiga. Pasó de la estética punk a la liturgia en latín y de sus escandalosas fiestas a erigirse en una opositora del aborto, la eutanasia y de la decadencia del Occidente cristiano.
Una católica con las ideas claras
Con la sinceridad y espontaneidad que siempre ha caracterizado a esta princesa, Gloria afirma recientemente en The Telegraph que “en Holanda y Bélgica estamos matando a nuestros ancianos, que huyen a Alemania porque tienen miedo de ser eutanasiados”. Sin embargo, añadía que “el problema que más se discute en los medios de comunicación de Occidente es si un hombre y una mujer deben ir al mismo cuarto de baño. Nuestra sociedad está totalmente acabada”.
En otra entrevista con Aleteia, la princesa Gloria von Thurn und Taxis hablaba abiertamente de este cambio de vida asegurando que debe mucho a una tía suya que es monja benedictina. “Me decía siempre que debía poner mi nombre al servicio del Señor, que mi fama debía servir para ayudar a demostrar la belleza del Evangelio. Hice mía esa invitación y comprendí que quería promover la vida católica”, explicaba.
“El Rosario es el mejor regalo del cielo”
En su día a día, esta aristócrata alemana afirma que tiene “una lista de de oraciones en alemán, en particular rezo al Espíritu Santo, y no dejo de dirigir varias veces al día mi oración a los ángeles Gabriel, Miguel y Rafael. Y naturalmente, el Rosario a la Virgen. Cuando no puedo descansar, el Rosario es el mejor regalo del cielo. Mi lema de vida es: ‘ponme delante Señor lo que tengo que hacer, dame la visión de ver lo que tengo que hacer’. Por esto el Cielo me conoce bien”.Precisamente, además del papel de la Virgen en su vida los ángeles son también los protectores a los que se encomienda la princesa. “Me he dejado llevar por los acontecimientos, por la providencia, por el bien. Pero, en particular por mi ángel, al que me confío completamente. Monseñor Josemaría Escrivá decía que cuando tenía que cruzar una puerta, dejaba siempre pasar primero a su ángel. Y esta es la relación que uno debería tener con su ángel. Yo no siento su presencia, pero sé que está”, afirmaba.
Precisamente, en este tiempo tan complicado tras enviudar y tener que enfrentarse a una deuda de más de 500 millones de dólares, Gloria afirma que se confió a los ángeles y ellos le guiaron. “En esa época hubo mucha gente que quería aprovecharse de mí, del hecho de que estaba sola. Pero la fuente de la fe me alimentaba, y lo conseguí”, confesaba.
Los ángeles –agregaba- “me ayudaron de muchas maneras, por ejemplo, poniéndome delante la persona que necesitaba, en ese preciso momento. Confiarme a los ángeles ha sido la decisión más correcta que podía hacer”.