La liturgia del tercer domingo de Adviento está entretejida de textos, invocaciones y oraciones, que invitan a la alegría. El tono lo da la antífona de entrada: “Estén siempre alegres en el Señor; les repito, estén alegres”, palabras tomadas de la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses (4,4-5).

La primera lectura es particularmente vibrante y está tomada de la parte final del libro del profeta Sofonías. Es un canto de alegría dirigido a Jerusalén, a la que se le anuncia el final del destierro y el retorno de los primeros grupos de repatriados.

Los motivos de alegría que se señalan son dos: primero es que Dios ha revocado sus juicios de condenación y ha dispersado a los enemigos; el segundo es la promesa que hace el Señor de no volver a abandonar a su pueblo, y les garantiza una salvación duradera. El Señor, que está en medio de su pueblo como Salvador poderoso, es, en la relectura cristiana, el Mesías, de quien se dice que “salvará a su pueblo de sus pecados”.

También el tema de la alegría aparece en la segunda lectura. Estamos en la parte conclusiva de la Carta a los
Filipenses. A los varios motivos de alegría, que se mencionan en este escrito de San Pablo, se añade uno
nuevo: “El Señor está cerca”. Saber que “El Señor está cerca” nos hace vencer todas las tristezas de la vida; y hay que tener ojos nuevos para ver y sentir a Cristo cercano cuando estamos en el dolor, sea moral, físico o espiritual.

Por su parte en la escena evangélica la predicación del Bautista es fundamentalmente una invitación a la
serenidad y a la alegría. Él dice, efectivamente, que la salvación no está lejos de cada uno de nosotros: está en las cosas que hacemos cada día y en la capacidad de compartir con los demás lo poco o mucho que tenemos.

Ninguna profesión excluye de la salvación, ni la del soldado, aunque lleve la espada, ni la más odiosa todavía del cobrador de impuestos… Lo que cuenta es actuar con justicia, y sobre todo, con caridad: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna”.

Pidamos al Señor en esta Eucaristía sabiendo que está cerca la Navidad, aumente en nosotros la alegría y nos
ayude a compartirla con los demás, especialmente con los que viven tristes.
Sofonías 3,14-18
Filipenses 4,4-7
Lucas 3,10-18

Pbro. Jacinto Rojas Ramos

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