El valiente amor a la Eucaristía de Santa Clara que desbarató la violencia
‘Mira, mi Señor, ¿es posible que quieras entregar en manos de paganos a tus indefensas siervas, a quienes he enseñado por amor a ti? Te ruego, Señor, proteja a estas Tus siervas a las que ahora no puedo salvar por mí mismo’. De repente, una voz como la de un niño resonó en sus oídos desde el tabernáculo: ‘¡Siempre te protegeré!’