
La misión real nunca es proselitismo, sino atracción hacia Cristo Jesús
Cuando Jesús bautizado por Juan, emerge de las aguas del río Jordán, se escucha desde las alturas la voz de Dios Padre: “Este es mi Hijo amado, en me complazco” y al mismo tiempo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, se posa sobre Jesús, que comienza públicamente su misión de salvación.