
La magia del día de Reyes está más en los padres que en los niños
Desde muy pequeño, siempre fue un misterio para mí eso de que nuestras madres tuviesen la satisfacción de servirse la cabeza y el espinazo del pescado o el trozo del bizcocho que había salido ennegrecido del horno ¡Qué suerte que, casualmente, a ellas les gustase todo lo que era despreciado por nosotros! ¡Qué suerte que nuestras madres no se pusiesen nunca enfermas y no necesitasen…