La adoración es extasiarse con gozo y gratitud ante su Presencia
Adoración Señor, desde mi niñez mis padres me han enseñado a rezar, a orar, a recitar el Padre Nuestro y el Avemaría y ha sido mi sustento espiritual hasta estos días.
Adoración Señor, desde mi niñez mis padres me han enseñado a rezar, a orar, a recitar el Padre Nuestro y el Avemaría y ha sido mi sustento espiritual hasta estos días.
Para adueñarnos de las promesas y bendiciones de Dios primero tenemos que: escuchar, creer, entender bien, a fin de poder vivir lo que estamos creyendo.
¡Me siento tan sola! ¿Cuántas veces me he aferrado a este pensamiento? ¿Cuántas veces me he auto-compadecido por no tener a alguien a mi lado?
«Esta mañana, en la misa del alba, he llorado por usted, amiga mía. He pedido a Jesús y a María que tomen de los tormentos de mi pasado lo que haya de más meritorio y se lo apliquen buenamente, se lo apliquen con fuerza y poder, para alegría de su cuerpo y gloria de su alma.
Nuestra sociedad moderna (o post-moderna si se prefiere) se caracteriza de manera evidente por su gran aceleración. Entre muchas de las causas que han favorecido este dinamismo sin duda las nuevas tecnologías han jugado, y juegan aún, un rol fundamental, pues han dado paso, entre otras cosas, a una simplificación y agilización de una serie de procesos o mecanismos: de fabricación, de comunicación, de transacción,…
Pocos valores en nuestros días tienen menos defensores que la pureza. Es increíble como ya ni a los niños tienen resguardado este valor. Visto así la pureza de María nos sorprende y abruma por lo inimaginable.
Hace días escuché a un padre decir que los seres humanos estamos acostumbrados a hacer el bien o hacer lo correcto porque luego de eso hay una recompensa, que desde pequeños fuimos alentados a hacer bien las cosas para obtener algo. Cómo ser buen estudiante para que nos dieran un premio, arreglar el cuarto para obtener algún permiso o comer vegetales para luego poder comer…
«Podemos entrar en plena sintonía con Cristo, con sus sentimientos, con sus comportamientos. Esto es muy importante: ir a misa y comulgar, porque recibir la comunión es recibir a Cristo vivo, que nos transforma interiormente y nos prepara para el cielo».
Nuestra energía sexual es una fuerza diseñada por Dios, y como a un poderoso caballo, necesita ser domada para no caer en pecados sexuales.
El silencio es elocuente cuando se comparte entre dos personas