Cuando San Juan Bosco tuvo el primero de sus 159 sueños proféticos, oyó que Jesucristo le decía: «Debes hacer a la gente una charla acerca de la fealdad del pecado».
Hay días, como hoy, que “huelen a María”, pero también hay vidas que “huelen a María” y ese, es el perfume que el Hijo reconoce en su hogar, porque huele a su Madre.