Fuente: imdosoc
Las mujeres migrantes representan el grupo más vulnerable de sufrir violación de sus derechos fundamentales en nuestro país. Las asociaciones Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social (Incide) y la ONG Sin Fronteras, advierten que la violencia sexual contra mujeres migrantes en tránsito se ha convertido en la principal transgresión a los derechos humanos contra el género en el país.[1]
Según el gobierno de Felipe Calderón, aparte de sufrir extorsiones, maltrato físico y psicológico, de haber ingerido sólo una comida al día, y en ocasiones de pasar varios días sin probar alimento ni bañarse, 9 de cada 10 mujeres migrantes que cruzan son violadas y golpeadas. Estos abusos incluyen a veces mujeres de edad avanzada y hasta a niñas. Sin embargo, la violación sexual de las mujeres migrantes centroamericanas es considerada como cifra negra, ya que no existen registros precisos.[2]
Mujeres centroamericanas y mexicanas son presa de diversos delitos y la vulnerabilidad queda expuesta aún más que los hombres por su condición de género. Al iniciar el trayecto migratorio, el delito número uno al que se enfrentan las migrantes ya desde mucho antes de cruzar la frontera sur de México, es el tráfico y trata de personas. Esta actividad delictiva se ha vuelto una de las actividades más lucrativas para el crimen organizado, después del tráfico de drogas y de armas.[3]
Pero, el tránsito migratorio de las mujeres centroamericanas por México, trascurre en un escenario de vulnerabilidad, discriminación e incertidumbre. El uso excesivo de la violencia se expresa de muchas formas: maltratos físicos, verbales y psicológicos, exclusión, robo, extorsión, asaltos, tortura, tráfico y trata de personas, secuestros, la obligación de ejercer violencia física sobre otros y otras secuestrados y secuestradas, violaciones, violaciones tumultuarias y homicidios, entre otros.[4]
De acuerdo al director de la casa del migrante “Albergue Belén” en Tapachula, Chiapas, una de las nuevas estrategias de los plagiarios, desde 2011, es engañar a mujeres migrantes con promesas de trabajo o transportación y entregarlas, en cambio, al crimen organizado por cierta suma de dinero. Otra modalidad consiste en invitar a las migrantes a albergarse en hoteles o estancias durante dos o tres días donde primero les ofrecen comida y después son secuestradas.
Los plagiarios exigen, a través de torturas, los números telefónicos de sus familiares. Aquéllas que no pagan son asesinadas, las que logran pagar son liberadas y alcanzan a llegar a los refugios para pedir ayuda; sin embargo, por la condición de indocumentadas, son muy contadas las que deciden denunciar. Algunas migrantes ya viajan incluso con mil dólares aproximados para el rescate. Este tipo de delitos se cometen más en Veracruz y Oaxaca que en Chiapas.
El crimen organizado que trafica mujeres, cobra para el traslado y ocultamiento de grupos de migrantes, entre 3 y 5 mil pesos. Sin embargo, al final las migrantes son extorsionadas o asesinadas.
En las ciudades y sitios semiurbanos a lo largo de México, existe un gran número de bares, antros, burdeles, hoteles, congales, casas y otros lugares que son utilizados como puntos de prostitución forzada. El secuestro de mujeres migrantes en muchas ocasiones se orienta al abastecimiento de estos lugares.
Las mujeres migrantes saben de los peligros que corren, sin embargo, una vez que han tomado la decisión de emprender el viaje, asumen, como parte del costo de su travesía, la violación de sus derechos humanos y esencialmente de que puedan sufrir violación sexual, pues ellas piensan que la violencia es parte inherente de su condición de mujeres y migrantes.
Gerardo Cruz González – IMDOSOC
[1] Cfr. Periódico La Jornada, México, DF, martes 12 de marzo de 2013, p. 16.
[2] Cfr. “Vulnerabilidad de las Mujeres Migrantes”, Secretaría de Seguridad Pública, México, 2011, p.22.
[3] Cfr. Ídem, p. 14.
[4] Cfr. INCIDE Social, Sin Fronteras, “Construyendo un modelo de atención para mujeres migrantes víctimas de violencia sexual, en México”, México, 2013, p. 7.