No debéis esconder vuestro talento o tener ocultas vuestras virtudes. Deseo laicos que no sean impetuosos a la hora de hablar ni litigiosos, sino personas que conozcan la propia religión, que la practiquen, que sepan cuál es su papel…
El asesinado Shahbaz Bhatti, exministro de las Minorías Religiosas en Pakistán, es un ejemplo de mártir para los ciudadanos y políticos, porque puso su servicio a Cristo por encima de su propia vida. Bhatti fue asesinado el 2 de marzo por terroristas talibanes debido a su oposición a la Ley de Blasfemia, bajo la cual ha sido condenada a muerte la cristiana Asia Bibi y son amenazados los no musulmanes.
Citamos parte del testamento espiritual del exministro católico, un testimonio de cómo la “inteligencia de la fe se convierte en inteligencia de la realidad” como nos viene reclamando el Santo Padre, Benedicto XVI, desde hace algún tiempo. Es un documento impresionante de lo que significa ser cristianos en la política, documento impresionante también para los políticos “cristianos” que, casi siempre, en lugar de anunciar a Cristo sólo se preocupan de tomar el poder, no para servir sino para disfrutar de él.
“Mi nombre es Shahbaz Bhatti. Nací en una familia católica. Mi padre, profesor jubilado, y mi madre, ama de casa, me han educado según los valores cristianos y las enseñanzas de la Biblia, que influyeron en mi infancia.
Desde pequeño solía ir a la iglesia y encontrar profunda inspiración en las enseñanzas del sacrificio y crucifixión de Jesús. Fue el amor de Jesús que me empujó a ofrecer mis servicios a la Iglesia. Las espantosas condiciones en las cuales se encontraban los cristianos de Pakistán me trastornaron. Recuerdo un viernes de Pascua cuando solo tenía trece años: escuché un sermón sobre el sacrificio de Jesús por nuestra redención y por la salvación del mundo. Y pensé en corresponder, a aquel amor Suyo, donando amor a nuestros hermanos y hermanas, poniéndome al servicio de los cristianos, en modo especial de los pobres, de los necesitados y de los perseguidos que viven en este país islámico.
Me ofrecieron cargos muy importantes en el gobierno y me pidieron abandonar mi batalla, pero yo siempre rechacé, también arriesgando mi vida. Mi respuesta ha sido siempre la misma: “No, yo quiero servir a Jesús como un hombre común”.
Esta condición me hace feliz. No quiero popularidad, no quiero cargos de poder. Quiero solo un lugar a los pies de Jesús. Quiero que mi vida, mi carácter, mis acciones hablen por mí y digan que estoy siguiendo a Jesucristo. Este deseo es tan fuerte en mí que me sentiría un privilegiado si en cualquier momento en este esfuerzo y en esta batalla para ayudar a los necesitados, los pobres, los cristianos perseguidos del Pakistán- Jesús quisiese aceptar el sacrificio de mi vida. Quiero vivir por Cristo y por Él quiero morir. No siento ningún temor estando en este país.
Muchas veces los extremistas han intentado matarme y meterme preso: me han amenazado, perseguido y han aterrorizado a mi familia. Los extremistas, años atrás, llegaron hasta a pedir a mis padres que me convencieran a abandonar mi misión y mi tarea de ayuda a los cristianos y a los necesitados, de otro modo me podrían haber perdido. Pero mi padre siempre me alentó en mi tarea. Yo digo que, mientras tenga vida, hasta mi último aliento, continuaré sirviendo a Jesús y a esta pobre y sufrida humanidad, a los cristianos, a los necesitados, a los pobres.
Quiero deciros que encuentro mucha inspiración en la Sagrada Biblia y en la vida de Jesús. Más leo el Nuevo y Viejo Testamento, los versículos de la Biblia y la palabra del Señor y más se fortalece mi fuerza y mi determinación. Cuando reflexiono sobre el hecho de que Jesucristo ha sacrificado todo, que Dios ha enviado a Su mismo Hijo por nuestra redención y por nuestra salvación, me pregunto ¿como yo puedo seguir el camino del Calvario? Nuestro Señor ha dicho: “Ven conmigo, toma tu cruz y sígueme”. Los versículos que más amo recitar de la Biblia son: “Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; era forastero y me acogieron; desnudo y me vistieron; enfermo y me curaron; en la cárcel y me visitaron”.
Así, cuando veo a la gente pobre y necesitada, pienso que bajo estas apariencias está Jesús y que viene a mi encuentro. Por eso busco siempre ayudar, junto a mis colegas, y dar asistencias a los necesitados, a los hambrientos, a los sedientos”.