ACTO DE CONTRICIÓN
Amabilísimo Dios mío que para abrirnos las puertas del cielo te dignaste tomar un cuerpo formado por obra del Espíritu Santo de la sangre purísima del Corazón de María, y quisiste también morir en el patíbulo de la cruz; aquí me presento con el corazón partido de dolor, a pedirte perdón por todas mis infidelidades. Confieso que soy pecadora ingrata, indigna de tu clemencia, pero te suplico con todas las veras de mi alma que me perdones por los méritos infinitos de tu Pasión y por los dolores inefables del Corazón Inmaculado de nuestra Madre, y me concedas la gracia especial que deseo alcanzar en esta novena.
ORACIÓN PARA EL PRIMER DÍA
¡Oh Corazón de María! por tus soberanas virtudes eres verdadero monte de santidad, hazme la gracia de correr tras el olor de tus perfumes. Eres más santa que todos los ángeles de las tres jerarquías y todos los justos que han existido, existen y existirán sobre la tierra, por eso Dios te ama más que a todos ellos reunidos y nada niega a tus súplicas. Concédeme que sea pura, humilde, paciente, caritativa como Tú, para que merezca alcanzar la corona inmortal de los cielos.
JACULATORIAS
¡Oh María Refugio de los pecadores! Dilata tu amoroso Corazón, introduce en él a todos los pobres pecadores para que se conviertan a Dios y se salven. Ave María…
¡Oh María salud de los enfermos! Dirige una mirada de compasión a todos ellos, dulcifica sus últimos momentos y presenta sus almas ante el tribunal de tu divino Hijo. Ave María…
¡Oh María, Auxilio de los cristianos! Mitiga las ardientes llamas del purgatorio y haz que las almas allí detenidas salgan cuanto antes de aquella obscura cárcel y vuelen a la Patria celestial. Ave María…
ORACIÓN FINAL
¡Oh Corazón de María! El más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús. Trono de las misericordias divinas en favor de los pecadores; yo, reconociéndome sumamente necesitada, acudo a Ti en quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades, con plenísima seguridad de ser por Ti socorrida. Tú eres mi refugio, mi amparo, mi esperanza; por esto te digo y te diré en todos mis apuros y peligros: ¡Oh dulce Corazón de María, sé la salvación mía!
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación lastime mi alma. ¡Oh dulce Corazón de María, sé la salvación mía!
Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones, aliados contra mí para perderme, me persigan con sus tentaciones y quieran arrebatarme el tesoro de la divina gracia, ¡Oh dulce Corazón de María, sé la salvación mía!
En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso de que depende mi eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos. ¡Oh dulce Corazón de María, se la salvación mía!
Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda su vida, ven Tú a defenderla y a ampararla, y entonces, ahora y siempre. ¡Oh dulce Corazón de María, sé la salvación mía!
Estas gracias espero alcanzar de Ti. ¡Oh Corazón amantísimo de mi Madre!, a fin de que pueda verte y gozar de Dios en tu compañía por toda la eternidad en el cielo. Amén.
(Acto de contrición, jaculatorias y oración final, cada día, como el primero)
DÍA SEGUNDO
¡Oh Corazón de mi excelsa Reina, volcán de amor a Dios y a los hombres delante del cual parecen como copos de nieve los más inflamados Serafines! Derrite el hielo de mi pobre alma para que pueda cumplir el primero y más grande de los mandamientos. Haz que ame a tu Hijo Santísimo con todas las energías de mi espíritu, que en todas mis obras no busque sino su gloria, hasta que pueda exclamar con el Apóstol: “ Mi vida es Jesucristo”.
DÍA TERCERO
¡Oh Inmaculado Corazón de María templo del Altísimo, donde tienen sus delicias la Augustísima Trinidad: el Padre te mira como el Corazón de su hija privilegiada, el Hijo como la fuente de donde sacó la sangre de que se formó su Humanidad Santísima y el Espíritu Santo como el corazón de su amante esposa. Alcánzame gran limpieza de alma para que merezca ser templo digno del Espíritu de Dios. No permitas que jamás lo arroje cometiendo faltas contra la virtud de la pureza.
DÍA CUARTO
¡Oh Corazón purísimo de María, paraíso de hermosura preparado y enriquecido por el Eterno Padre para que fuera morada del Adán celestial, el Hijo de sus complacencias! Paraíso que es un verdadero cielo, puesto que el Verbo divino dejó el mismo cielo para habitar en él. Yo me complazco al oír que el Espíritu Santo, como extasiado de tu belleza, te dice: eres toda hermosa, amada mía, y no hay en Ti ningún defecto.
Alcánzame la gracia de no dejarme cautivar por las frágiles bellezas de las criaturas, sino por Dios, fuente de toda hermosura. Amén.
DÍA QUINTO
¡Oh Corazón riquísimo de mi Madre celestial justamente llamado por los Doctores de la Iglesia tesoro de gracia y aclamada por el ángel Gabriel llena de gracia! En Ti depositó el Altísimo ríos de bendiciones y gracias celestiales para que fueras digna Madre suya y socorrieras a los pobres peregrinos de la vida. Mira mi debilidad y miseria y apresúrate a socorrerme. También te ruego que conviertas a los pobres pecadores para que no se condenen, antes bien salven sus almas.
DÍA SEXTO
¡Oh Corazón afligido de María, atravesado en el Calvario por una espada de dolor por la muerte de tu Hijo bendito! Un Profeta que vislumbró tus penas te llamó mar de amargura. Permite que te acompañe en tus angustias y alcánzame la gracia de saber amar la cruz, de llevar con resignación y hasta con alegría las penas y dolores que la Providencia se digne enviarme. Hazme comprender que la cruz es el único camino del cielo.
DÍA SÉPTIMO
¡Oh clementísimo Corazón de María, fuente de dulzura de los que peregrinamos en este valle de lágrimas! Tu eres luz del ciego, báculo del anciano, salud de los enfermos, refugio de pecadores y auxilio de los cristianos. Derrama sobre mi pobre corazón una gota de tus consuelos y socorre a mis parientes, amigos, enemigos y a todos cuantos estoy unido con los lazos de la sangre, de la caridad o de la justicia.
DÍA OCTAVO
Corazón bondadoso de María, puesto por Dios en el firmamento de la Iglesia como arco iris de paz entre su justicia ofendida y los hombres culpables, yo te suplico encarecidamente que me defiendas a mí y a todos los pecadores de los castigos que hemos merecido. Interpón tu poderoso influjo con Jesús, diciéndole que eres nuestra Madre, para que nos otorgue generoso el perdón.
DÍA NOVENO
¡Oh Corazón de la Virgen Madre, eres el arca de salvación para millones de almas! Como Noé y su familia se libraron de las aguas del diluvio encerrados en el arca, así nosotros nos libraremos de perecer en los peligros y tentaciones de la vida. Más fácil es contar las estrellas del cielo que las almas que te deben la salvación y la dicha.
Sea María, tu Corazón,
de todo el mundo la salvación.