«Te damos gracias, Señor,
por la vida que hemos recibido de Ti.
Te damos gracias por los frutos
de los creyentes,
que unidos a Ti,
hacen nuestro mundo más humano
y ponen las huellas de tu presencia
entre nosotros.
Te damos gracias, Jesús,
por aceptarnos en tu cercanía;
porque no te echas atrás
y quieres que nos unamos a Ti,
Vid verdadera,
nosotros, que somos sarmientos
de otro arbusto.
¡Cómo podríamos dar frutos de novedad
si la savia que pusiste en nosotros
no corriera por nuestras vidas!
Gracias, por haber convertido
nuestra esterilidad en fecundidad.
Gracias, por esta unión
tan estrecha con nosotros
que nos permite decir:
tu vida es nuestra vida.
Amén.»