«Señor,

también yo marcho hoy por la vida

como los discípulos de Emaús:

pensando que mi vida no tiene sentido,

creyendo que en la vida todo es negro,

incapaz de ver con mis ojos

la claridad del día y las estrellas de la noche.

 

Señor, yo, y otros muchos como yo,

tenemos la tentación de creer

que el dolor es más fuerte que la vida.

Yo, y otros muchos como yo,

nos decimos que esto no tiene salida,

que no hay quién lo arregle,

que nos hemos hechos demasiadas ilusiones,

y la realidad es muy distinta…

 

Señor, yo, y otros muchos como yo,

creemos que nos has abandonado

y nos vamos, cabizbajos, de retirada:

«Porque ya no hay nada que hacer,

porque ya todo está perdido … »

Señor, ¿no podrías salir hoy al camino

y pasear conmigo?

¿No podrías levantar mi esperanza

de este suelo rastrero por donde camino?

¿No podrías quedarte a comer

y calentar mi corazón frío?

¿No podrías, Señor,

hacer algo para descubrir tu presencia,

que alegre mi existencia?

¿No podrías, Señor, repetir

aquella escena de Emaús en mi vida?

 

Amén.»

 

Comparte:

About Author