Valeria Valle Paniagua

Tengo 20 años, y sí, voy a ser mamá.


Nadie se esperaba que tendría un bebé a esta edad, para mí también fue una sorpresa sobre todo cuando tenes planeado terminar tus estudios, trabajar, ahorrar dinero para irte de intercambios y viajes sola por el mundo viviendo un millón de aventuras, pero mientras cursaba mi 6to semestre de la universidad me llegó la noticia de mi vida, todavía no olvido el millón de emociones que sentí cuando vi que se marcaba la segunda línea roja que indica positivo en una prueba de embarazo, el piso del baño debería tener un hueco marcado de tantas vueltas que le di tratando de asimilar la noticia, fui a la farmacia por otras tres pruebas de embarazo de diferentes marcas (por si a caso alguna marcaba negativo) y pues, todas salieron positivo ¡wow! ¡Estaba embarazadisima!.

Tenía un miedo terrible dentro de mi, qué pasaría con los planes para el futuro?, por primera vez en la vida me hacía la pregunta «qué dirán los demás de mi?» Ya que siempre había sido la «chica ejemplo a seguir» y nadie tenía nada negativo para decir sobre mi. Pero lo que más me aterraba era cómo decirle a mis padres, jamás había hecho algo que desagradable a sus ojos, cómo les daría esta noticia cuando ellos de donde no había sacaban para que a mí no me falte nada en la universidad o para cualquier otra cosa que necesitaba.

Mis amigos fueron los primeros en enterarse, por una parte (la mayor parte) tenía a los que me dieron su apoyo, me felicitaron y me animaron a pesar de que ellos tampoco la podían creer y por otra parte estaban los que me juzgaron, yo sabía muy bien que no era para sentirme orgullosa lo que pasaba, sabía lo que estaba bien y mal, pero llega a doler, dar rabia y hasta confundirte los comentarios como ser: » fregaste todo tu futuro» o «ahora todo te va a costar en la vida», peor aún los comentarios como ser: «todavía estás a tiempo, toma esto..» «Todavía es solo una célula».

Aquella «célula» ya tenía vida dentro de mi, lloraba en tan solo pensar en deshacer esa «célula», esa «célula» fui yo, esa «célula» fueron mis hermanas, esa «célula» es aquella persona que se da el tiempo de leer esto, a esas «células» nadie les negó el derecho a la vida y hoy son las personas que nos rodean y/o amamos. Con qué derecho yo podría deshacerme de esa «célula» por querer librarme de mi responsabilidad, por «no arruinar mi futuro» y por miedo al qué dirán.

Esa célula ahora ya tiene nueve meses, se mueve de manera increíble en mi vientre, no conozco su rostro pero lo amo infinitamente, me enamoré locamente desde que me hice mi primera ecografía y esa «célula» latía de manera impresionante, súper rápido, súper diminuto, súper indefenso (momento en el que me arrepiento no haber filmado la ecografia, realmente era impresionante escuchar los fuertes latidos de esa célula gritando ¡Oye mamá, estoy vivo!).

Fue desde ese momento en el que me volví a olvidar de lo que fueran a pensar los demás, fue en ese momento en el que me arrepentí y pedí perdón a Dios por haber dudado de mí y mis creencias sobre la vida, quizás deseaba vivir aventuras sola por el mundo pero ahora sé que viviré un millón de aventuras maravillosas acompañada, si antes estudiaba y hacia las cosas bien por mi propio interés ahora mi ambición es mucho mayor, tengo un maravilloso motivo para ser una mejor persona, mejor estudiante y mejor en todo porque quiero que esa célula de hace 9 meses, ese milagro de vida que hoy me patea la barriga se sienta orgulloso de mi.

Estoy a un día de conocer el rostro del ser vivo que voy a amar por el resto de mi vida, agradezco a mis padres y a los padres de mi novio porque nos apoyaron desde el principio, el mayor miedo de todos de decirles a mis padres (causa única por la que llegue a escuchar las opciones negativas de algunas personas) desapareció cuando tuve un poco de valor para hablar con ellos, digo «poco» porque esa noche no tuve palabras para explicar las cosas y pedir disculpas, lo único que dije fue «estoy embarazada» en medio de lágrimas, estaba dispuesta a aceptar cualquier castigo que ellos hubieran querido darme pero estaba segura de que quería tener a mi bebé sin importar si eso involucraba dejar de estudiar, la reacción que ellos tuvieron fue la que menos me esperaba, tuve mi llamada de atención y mi novio también, pero no se comparaba a ningún castigo que yo me había imaginado, es más, yo esperaba que me juzgaran mil veces peor que otras  personas que sí lo hicieron, pero no.

Hoy agradezco a Dios por la vida de mis padres, por su amor por mí, porque en el momento que pensé en una mala opción recordé que ellos no me negaron el derecho a la vida cuando aparecí como una célula, no me negaron la vida cuando para ellos en ese entonces la vida fue más dura y difícil, no existe prueba que no se pueda soportar, no soy más ni menos por tener un bebé a esta edad, no voy a tener las mismas horas para dormir como antes pero a cambio seré feliz viendo crecer a mi hijo, seré feliz de ver la vida que se formó en mi.

Soy feliz de haber tomado la mejor decisión de no negar el derecho a la vida, soy feliz de haber hecho lo correcto aceptando mi responsabilidad, soy feliz por ser una mamá joven.

Escribo esto porque odio escuchar a mujeres decir que prefieren perder a un bebé solo porque no están preparadas, prefieren perder una vida y ¿vivir con el cargo de conciencia toda la vida?, ¿vivir sin perdonarse ellas mismas por lo que hicieron?, yo no habría podido ser feliz, ni podría sonreír si hubiera tomado una mala elección.
Escribo esto para los que dicen «es solo una célula», NO lo es, tiene vida, vida que no tenes derecho a quitar porque fue Dios el que la dio por más que sea tu cuerpo.

Espero desesperadamente el nacimiento de mi bebé, me muero de ganas por besar esos pies y manos que hacían montañas en mi vientre, espero desesperadamente a mi nuevo amor con el que tendré mi millón de aventuras.

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