Madre mía, ¡Dios no tiene prisa! Y a mí no me gusta, no sé esperar y me desespera… ¿Quién tiene tiempo de detenerse cuando la vida va tan rápido?…
Virgen María: Hoy te llamo para agradecer tu presencia silenciosa en mi vida, tu apoyo y la cercanía que he palpado, aunque no siempre la he valorado como debiera.
¿Sabes Madre? Es tan difícil escuchar a Dios hoy en día, habla muy quedito, apenas si lo percibe el corazón; además en este mundo de vida tan agitada, donde todo pasa y cambia tan rápido, que me enseña a no saber esperar: un cajero automático, el Messenger, el facebook, el twitter, un simple mail con toda la información que necesito aquí y ahora, el skype ¡puedo hablar al otro lado del mundo en minutos y compartir tantas cosas al momento!… Pero Dios, Dios oh Madre mía, ¡Dios no tiene prisa! Y a mí no me gusta, no sé esperar y me desespera… ¿Quién tiene tiempo de detenerse cuando la vida va tan rápido? Cuando tantas noticias y novedades llegan a mí, sin buscarlo siquiera.
Y me pregunto: ¿porqué Dios no hace algo espectacular que nos haga voltearlo a ver, si todo lo puede? ¿Porqué no arregla la vida, hace las cosas más fáciles y sencillas y se arregla todo presionando un botón?…
Y entonces guardo un poquito de silencio… a ver, pero ¿Qué no es Dios quien nos regala una preciosa puesta de sol, el canto de los pájaros, la frescura del viento?… Alguien me dirá ¡ah! Eso no lo hace Dios, eso es una simple reacción de la naturaleza, que va pasando ciclos de vida… sí, eso pensé yo también algún día, pero he descubierto algo, sé que todo puede quedar justificado, desde el canto del pajarillo hasta la vuelta de los planetas alrededor del sol, a todo podemos aplicar la fría razón, pero es entonces cuando el corazón, el ser profundo del hombre, se va poniendo sombrío, es cuando el tedio y la rutina le hacen llegar a vivir sin esperanza, y despierta en el ser humano la agresividad, la rebeldía sin motivo hasta la depravación… hasta llega a hacer cosas que jamás el ser humano debió hacer y cada vez que realiza algo en contra del amor para el que ha sido creado, va apuñalando y destrozando más su corazón hasta que se vuelve un monstruo.
Ya veo Madre lo que me haces comprender: Dios nunca deja de hablar: me manda una caricia con el sol, un beso en la brisa, un detalle en la sonrisa de la gente, me da un regalo cada amanecer y permanece a mi lado durante todo el día con el deseo de que cada vez yo sea mejor y más feliz. Ahora comprendo que ése es el amor, no espera nada, a pesar de que yo le olvidé y no le agradezca, El permanece fiel a mi lado.
Esto es lo que yo debo aprender de ustedes dos, a amar en el silencio, a orar cuando viajo en el camión por todos los que me acompañan, porque son mis hermanos, a sonreír a una carita triste, a escuchar a quien lo necesita, a tolerar y a respetar a quien piensa diferente. Poco, sólo un poquito voy aprendiendo que son las pequeñeces y las finezas muchas veces desapercibidas las que construyen el verdadero amor y la verdadera felicidad.
Madre mía dame la fortaleza que necesito y acompáñame, no es fácil dejar de contestar de inmediato el celular, no quiero darme cuenta que el face es como un pulpo con muchos tentáculos que me envuelven suavemente primero, para después aprisionarme y me sorprendo cuando he pasado varias horas frente al ordenador, sin pensar siquiera en mi verdadero Amigo, que pasa días solitarios esperando y brindando sólo amor.
Dame sabiduría para nunca perder lo más por lo menos, y a llenar mi vida del encanto del Amor de Dios que se traduzca en el deseo de amarle siempre y ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.
Así sea.