Un poco de historia

En el siglo IV de nuestra era los cristianos comenzaron a celebrar la venida del Señor entre los hombres

Era una celebración nueva, en esa época, pues antes de ella sólo se celebraba el día de Cristo, la Pascua del Señor, no sólo el día anual de la Pascua sino cada domingo.

Surge la fiesta de la Navidad para celebrar el aniversario de la venida del Señor y también como ocasión para combatir las fiestas paganas que se celebran el 25 de Diciembre en Roma y para los egipcios el 6 de Enero proclamando la fe de la Iglesia en la Encarnación y Nacimiento del Verbo. Fijada la celebración del Nacimiento del Señor, ésta se va preparando durante un tiempo. Esta costumbre tuvo su origen en Francia y España; y en el siglo VII, aproximadamente, se extiende a Roma naciendo así este tiempo litúrgico, que hoy llamamos Adviento. Ya en los primeros datos sobre el Adviento se descubre un carácter escatológico a la vez de carácter de preparación a la Navidad, lo cual ha llevado a la discusión sobre el sentido originario del Adviento. En estas discusiones unos han optado por la tesis del adviento orientado a la Navidad, mientras otros optaron la tesis de preparación a la venida escatológica.

SENTIDO Y ESTRUCTURA DEL ADVIENTO

La celebración del Adviento dura cuatro semanas que están divididas en dos etapas.

Durante este tiempo se prepara la Venida del Señor contemplada en dos aspectos: la Venida escatológica y la venida histórica.

La primera etapa empieza el primer domingo de Adviento y termina el día 16 de diciembre. En esta etapa la Venida del Señor es contemplada en sus dos dimensiones, los creyentes son invitados a prepararse para salir al encuentro del Señor y recibirlo en la existencia concreta.

La segunda etapa pone la atención en la venida histórica del Señor que prepara la Navidad.

De lo señalado hasta el momento se puede inducir cuál es el sentido del Adviento, lo más importante es que se trata de la Venida del Señor, el Señor vendrá y por eso hay que estar preparado; no de cualquier manera se puede recibir al Señor, es necesaria una preparación previa. Esta preparación es la conversión del corazón acompañada del gozo y la alegría, la esperanza y la oración.

El tiempo del Adviento es el tiempo de la esperanza, de poner en ejercicio esta virtud que con la fe y el amor constituyen la trama de la vida espiritual.

El Adviento difiere de la Cuaresma, pues no es directamente penitencial, sería un error pensar en el Adviento como una Cuaresma que antecede a la Navidad.

Las lecturas de este tiempo nos orientan en las dos dimensiones de la Venida del Señor ya señaladas, en la primera lectura se escucha a los profetas mesiánicos, especialmente Isaías, anunciando al Salvador y los tiempos nuevos y definitivos; en el Evangelio se oyen exhortaciones del Señor a la vigilancia y textos del Evangelio de la infancia. Este sentido de espera de lo definitivo se expresa en la liturgia mediante la supresión de los símbolos festivos, falta algo para la fiesta completa que sólo tendrá el culmen de la alegría cuando el Señor esté con su pueblo.

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