Todos los seres humanos, pasan por diferentes etapas de la vida, en las que por alguna circunstancia u otra tienden a manifestar sus emociones. Los niños a diferencia de los adultos, tienen un yo débil que empieza a conocer, a descubrir su mundo y a ver la realidad desde su propio proceso cognitivo. Por lo tanto la forma de expresar con un berrinche lo que les pasa es distinta a los jóvenes y adultos.

Las rabietas en los niños, suelen aparecer en la primera infancia,  de los 12 meses a los 3 años, a los 4 y 5 años generalmente éstas deben desaparecer.

El berrinche es una manera en la que el niño está pidiendo algo, en esta etapa temprana de la vida no tiene las herramientas suficientes para expresar lo que le está pasando, o lo que está sintiendo. Sin embargo se debe estar atento a ello, porque una expresión de rabieta en el menor, puede ser una forma de manipulación hacia los padres y cuidadores.

En el primer año de vida, el niño ya conoce e identifica a sus padres, familia, comienza a desarrollarse sus habilidades motrices, como dar sus primeros pasos. En el aprendizaje comienza a utilizar palabras con significado, va desarrollándose el lenguaje. En este momento el menor no puede manifestar con exactitud lo que le pasa, y las rabietas pueden ser un escape o forma de expresión. Incluso el mismo niño se asusta con su enojo. Entre los dos y  tres añitos, el menor comienza a ser independiente, es curioso por el mundo que le rodea, ha desarrollado mayor seguridad, muestra interés por los juegos y los compañeritos. En este momento las rabietas pueden ser una forma de mantener el control sobre lo que él pequeño desea.

A medida que pasa el tiempo las rabietas para el menor son parte de su  aprendizaje,  porque con ellas puede conseguir lo que quiere. Cuidado con ello, este tema es delicado tanto para identificar la necesidad del niño, como para ayudarle a tener el control sobre el mismo, y que como padres o cuidadores, no se pierda la cordura, o se caiga en la sutil trampa de caer en el juego del pequeño.

A los cuatro años de edad el niño se encuentra pasando por una situación muy particular, se desarrolla el apego por la madre en el caso de los niños y en las niñas el apego por el padre, aspectos que le hacen experimentar frustración, al darse cuenta que papá o mamá no les pertenecen.  El lenguaje del niño es más avanzado y está preparado para un aprendizaje pre-operatorio en el desarrollo de habilidades sensoriales, con un fin más específico. Se vuelve más consciente de su personita y trata de razonar buscando una lógica, es la etapa de la exploración y del saber (buscan el porqué de todo). Generalmente los berrinches ya no son lo cotidiano, empiezan a desaparecer. Es importante que  los berrinches sean manejados entre el año y los tres años, sin embargo si estos persisten en frecuencia e intensidad, los padres deben analizar y dialogar lo que está fallando y tomar una actitud firme y de límites claros ante el menor.

Ante esta situación que los padres enfrentan cotidianamente es recomendable estar atento y poner en práctica, las siguientes sugerencias:

  • Identificar el motivo de la rabieta, sobre todo en el primer año de vida, puede ser que al niño, le duele la cabeza, no puede conciliar el sueño en su siesta, esta su pañal mojado, tiene hambre, requiere de afecto. Se puede poner música instrumental al menor, bañarlo, dejarlo un rato en el agua, cargarlo, abrazarlo.

En las posteriores etapas de la primera infancia  se recomienda

  • Ignorar las rabietas, cuando se identifica en el niño el deseo de querer obtener algo. Por ejemplo querer un dulce, o juguete del supermercado. El niño busca hacer  berrinche para controlar a los padres. No tratar de hacer razonar al niño en ese momento, es probable que dure más el berrinche, y como adultos se pierda el control. Tener presente la integridad y seguridad del menor, y pasar de largo la situación.
  • Las rabietas también pueden producirse cuando el  niño quiere evitar una acción, como comer, ir al kínder. En estos casos a sabiendas que no hay una enfermedad o motivo, dar la comida al niño, moverlo un poco para crear conciencia.
  • No intentar discutir con el hijo, en el momento en que se está dando el berrinche, recordar que es parte de la normalidad que el niño se exprese de tal forma, solo que como padres, deben ayudar a mantener el control, para ir fortaleciendo su yo.
  • Como adultos, se debe buscar mantener el propio control, no gritar, ni desesperarse ante la situación que se está dando. El niño es el que se encuentra en la etapa experimental, el caos puede ser fatal si el adulto no mantiene la cordura.
  • Evitar querer quedar bien ante un probable público que observa la escena, o querer terminar de inmediato con el problema, concediendo al niño lo que pide. Pues más tarde cuando este niño sea un hombre querrá tomar las mismas actitudes y le traerán consigo graves problemas.

Mantenerse firmes, establecer límites claros y no caer en el chantaje del menor.

Si las situaciones persisten aun poniendo todos los medios, consultar a un especialista en psicología infantil.

 

 Emma Monjaráz

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