Los celos son una respuesta emocional que surge de la experiencia personal, al sentir que el ser a quien se ama manifieste amor por otros. Es cuando la persona considera como único y propio a la otra. Estas experiencias pueden darse dentro de un rango de normalidad hasta llegar a una situación de mayor complejidad, que se considera patológica.
El niño es una personita vulnerable, como consecuencia de su yo débil se encuentra en una etapa de desarrollo tanto físico, emocional y de aprendizaje. Donde experimenta gran variedad de situaciones que le hacen sentir celos. Ello no se debe tomar a la ligera, como algo pasajero, sino se debe comprender y buscar la manera de entender, orientar y guiar al menor en estos casos.
¿Cómo vive y manifiesta los celos el niño? El menor vive los celos como esa personita que es importante y siente toda la necesidad de atención hacia él. Dentro de la normalidad entre los 3 a 5 años se manifiesta una conducta egoísta en el niño, cuyos aspectos se resaltan en el querer acaparar cosas como: juguetes, golosinas y le es difícil compartir. Respecto al amor vive algo similar, por naturaleza requiere de cuidados y amor, pero ese amor lo percibe como único. Se presenta de una forma demandante de atención y de no permitir que otros se acerquen al ser amado.
El interior de los pequeños desplazados puede experimentar enojo, como reacción a los celos que están viviendo, y éste se puede manifestar en distanciamiento, desobediencia, molestar al hermanito, e incluso agresión. Son los padres quienes pueden manejar esta situación y preparar desde el embarazo al menor, para que trabaje el proceso de aceptación, ya en los primeros meses de nacido el nuevo miembro de la familia, es posible delegar pequeñas responsabilidades al hermano mayorcito, para hacerlo sentir parte de este momento y a la vez aminorar la creciente tensión de sentirse hecho aún lado.
Otro caso de celos muy común que se presenta en el pequeño, son los conocidos complejos de Edipo y Electra, distíngase cada uno.
El complejo de Edipo, tiene su origen en el psicoanálisis freudiano. (Dado específicamente en el varoncito) Es curioso, que posterior al pequeño logro de autonomía del niño, experimenta un amor profundo hacia la madre. El momento en que éste se presenta, es de los tres a los cinco años de edad. En esta etapa normal de la infancia, se observa al niño sumamente apegado a la mamá, con quien establece vínculos de afecto más potentes.
Por otro lado empieza a darse una identificación con el progenitor del sexo opuesto. Ve que el padre ama a la madre, la cuida, le brinda afecto. El niño a la vez hace suyo esta manera de actuar del papá, porque observa, aprende e inicia una identificación de lo que más tarde será el tomar el papel del hombre que cuida, respeta y ama a una mujer. Sin embargo en éste amor experimenta celos hacia el padre, pues él quiere ser el único que acapare la atención de mamá y ve a papá como un rival.
Los celos tienden a manifestarse en agresiones indirectas hacia la madre, como el maltrato a las muñecas o enojo directo hacia el papá cuando este se acerca a la madre. En esta etapa, los padres deben ser cautelosos y cuidadosos para lograr la mejor identificación del niño con la figura paterna. Si esta no se da, puede traer consecuencias en la juventud. Como las preferencias por el mismo sexo.
Algo similar se presenta en el caso de las niñas, es decir, el complejo de Electra. La pequeña experimenta una atracción por el papá, se enamora de él, se muestra melosa, corre cuando llega papito, lo abraza, lo besa, lo acaricia y se molesta cuando alguien se acerca al padre. En este caso el rival viene hacer la mamá, con quien empieza a identificarse. Aquella mujer que cuida del varón y está al pendiente de atenderle.
En ambos casos el niño y la niña experimentan celos, que suelen tener manifestaciones indirectas de agresión. Cuando estas agresiones se vuelven directas, o los padres hacen sentir a los niños culpables por sus actitudes; se puede presentar en los pequeños actitudes regresivas, enuresis (hacerse pipi). El no querer crecer, para estar siempre cerca del padre amado y buscar la protección.
Los padres son una clave esencial para apoyar al niño a superar los celos.
- Evitar provocar en el niño el aumento de celos que de por sí, puede estar afectado.
- Platicar con el pequeño y hacerle sentir que es importante
- No rechazar a los hermanos o personas con quien el pequeño experimenta celos.
- Enseñarle a ser compartido con los demás, ello le ayudará también en cuestiones de afecto.
En relación al complejo de Edipo tanto en el niño como en la niña estar atentos en lo siguiente:
- Entre padres evitar exageradas y frecuentes demostraciones de afecto delante de niños edípicos.
- Evitar que se den competencias entre los padres y los niños edipicos. Dedicar a cada uno el tiempo necesario.
- Los padres estar atentos a estas actitudes de los niños, tomarlas como parte de su desarrollo
- En el caso del padre, realizar actividades de esparcimiento, trabajo junto con el niño.
- En el caso de la madre, dedicar tiempo a la pequeña para realizar actividades juntas.
- Respetar a los pequeños y no tomar a juego o burla sus sentimientos. Evitar exhibirlos delante de otras personas o familia.
Emma Monjaraz Anguiano