¡Oh Madre querida! que te has dignado venir a decirnos: “Pido para mi Corazón Inmaculado, la Consagración del mundo y la Comunión reparadora, los primeros sábados de mes…”
Nosotras que somos tuyas por muchos y sagrados títulos, entre otros, porque nuestro Instituto nació bajo tu manto, queremos ratificar la Consagración con que libremente nos entregamos a Ti y hoy, sábado, venimos a desagraviar a tu Inmaculado Corazón.
Aquí nos tienes Madre, por nuestra vocación reparadora, dispuestas a satisfacer con nuestras oraciones, sacrificios y trabajo apostólico, las propias infidelidades y las de nuestros hermanos; nuestra indiferencia y la desatención con que a veces hemos respondido a tus invitaciones y a tu amor maternal.
Míranos a tus plantas, queremos saber aceptar, como Tú los sacrificios y penas que Dios permita nos lleguen, en reparación de las ofensas hechas al Corazón de Jesús y a tu Inmaculado Corazón; unimos nuestras satisfacciones a las de tu Hijo y por tus manos las ofrecemos a la Divina Majestad.
Recibe Madre, nuestro desagravio, nuestro filial amor y recíbenos como a hijas tuyas; alcánzanos la gracia de imitarte en nuestra vida cotidiana y gozar de tu compañía en el cielo. Amén.