Al terminar su plática el padre Martín nos dijo: “Lo que necesitan ahora es ascética”. “Pero padre, le dijimos, y eso ¿Qué es?” Y él con su amabilidad característica nos explicó.
El ascetismo significa literalmente refinamiento o adiestramiento, y es un concepto griego para indicar el ejercicio realizado por los atletas para desarrollar diferentes habilidades del cuerpo para lograr la victoria en los juegos deportivos, llamados por ellos olímpicos.
Así San Pablo, educado a la manera griega, nos dice: “Cuando hay una carrera en el estadio…Los atletas se imponen un régimen muy estricto, por una corona de laureles que se marchita. ¡Cuanto más nosotros, por una corona que no se marchita!” (I Cor. 9, 24-25). Y esto para enfatizar la importancia de este esfuerzo de fortalecimiento moral.
San Pablo llama a este deber primero el “despojarse del hombre viejo” (Ef 4, 22). Y al segundo deber, también en sus palabras, “revestirse del hombre nuevo”, según la imagen de Dios (Ef 4, 24). El hombre nuevo es Cristo. Y es nuestro deber esforzarnos por asemejarnos a Él, siendo en Él “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). Debe quedar claro que este esfuerzo es de orden sobrenatural y no puede ser realizado sin la gracia divina.
Así existen desde antiguo dentro de la Iglesia muchos tipos de “ejercicios espirituales”, que buscan fortalecer la energía moral y su objetivo es la perfección cristiana que conduce a la persona a su fin último: la unión con Dios. Pues débiles como somos, este fin sólo lo podemos alcanzar con disciplina personal, pero indudablemente con la ayuda de Dios, pues tiene muchos obstáculos como las tendencias naturales hacia el pecado.
Entre estos métodos habría que citar los tratados de santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia en su libro “Las Moradas”, o los “Ejercicios Espirituales” de San Ignacio de Loyola, hoy adaptados a la vida contemporánea, o los tratados de san Francisco de Sales y muchos otros más. Cabría mencionar la Orden Tercera Seglar de san Francisco, o el similar Camino teresiano seglar. E incluso valdría la pena citar los Talleres de Oración y Vida. Pero siempre se recomienda buscar un sacerdote, como director espiritual, que nos auxilie de forma personal, como lo hace un entrenador deportivo o un asesor de carrera profesional.
Así pues, la ascética es el tratado sistemático de esa búsqueda de la perfección cristiana, que se puede definir como la guía cuidadosa para adquirir esta perfección cristiana y que consiste en expresar la imagen de Cristo al interior de nosotros mismos, con ayuda de la gracia divina, en base a practicar las virtudes cristianas y de poner en práctica los medios de vencer los obstáculos, lo que se reflejará en nuestra conducta diaria.
“El que quiere permanecer fiel a las promesas del bautismo y resistir a las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de si, la práctica de una ascesis adaptada a sus situación…” Catecismo de la Iglesia Católica 2340.
Por Yoltéotl Martínez