La real academia española define a la disciplina, como el conjunto de reglas para mantener el orden dentro de los miembros de un grupo. Es la doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral.
La disciplina no son solo leyes y reglas va más allá, es el arte de dirigir, encauzar a una persona. Es la capacidad que se desarrolla en el individuo, para actuar ante las circunstancias de la vida de manera razonable, ordenada, con el fin de lograr un objetivo. En cierta medida la disciplina se refiere a un forjar los elementos que en un momento u otro de la vida, la persona requiera, como: Fortaleza y voluntad.
Para los padres de familia, maestros y formadores, no se debe interpretar la disciplina en su fría concepción de normas, ésta no es aislada, su trasfondo juega un papel muy importante en la educación, es decir amar la profesión, estar convencido de ello. Para lograr el objetivo, la patente es amar.
En todas las etapas de la vida se puede generar disciplina, por ejemplo: el enfermo para cuidar su salud, debe abstenerse de cierto tipo de alimentos, llevar una dieta rigurosa, ejercicio, actividades que aporten beneficios a su organismo. El joven que desea terminar su preparatoria con buen rendimiento académico, si se lo propone, se abstendrá de diversiones que le resten tiempo a sus proyectos, estudio y tareas. La niña que busca participar en el ballet de la casa cultural, llevará un entrenamiento riguroso, pero por el sueño que ella desea alcanzar, el trabajo y la constancia se verán más nobles. Pueden mencionarse un sin fin de ejemplos, dónde quede de manifiesto la aplicación de la disciplina.
Empero cabe señalar que existe una etapa crucial en el desarrollo del ser humano, que va generando los cimientos que respaldarán esta virtud. Haciendo referencia a edades tempranas, los padres son los primeros influyentes en la educación del menor. Las primeras imágenes mentales que los recién nacidos van adquiriendo, son los papás y en esta relación padre e hijo se va generando un vínculo muy estrecho, pues ellos son para el bebé figuras idealizadas, en las que construye apego, los ama, los valora, los siente cercanos a él. Es entonces que los papás se convierten en los primeros constructores de la disciplina en el menor, el niño pone la confianza en ellos y los toma como modelos a seguir.
CÓMO FORJAR LA DISCIPLINA EN LAS PRIMERAS ETAPAS DE VIDA (construcción de la disciplina)
En la primera etapa de vida el recién nacido, responde a los estímulos del mundo mediante reacciones no planeadas, es decir, actúa por instinto. El menor al sentir miedo, hambre, ejerce una reacción llora, a él no le importa la situación de su alrededor, si hay gente que interrumpa, si aún no es hora del biberón, simplemente ante una necesidad presenta una reacción. Los padres deben estar atentos a cada etapa de vida de sus hijos, pues se requiere comprensión, y las exigencias no pueden ser las mismas en una etapa que en otra.
En esta etapa que va de los 0 al año 8 meses, se va formando la identidad del yo, el niño va desarrollando un sentido de confianza, cuando sus padres o cuidadores atienden a sus necesidades con afecto.
Él bebe, va pasando por logros y procesos en los diferentes aspectos del desarrollo como la conducta motriz donde inicia a entrenar sus movimientos corpóreos, la conducta adaptativa que le lleva a ejercer ciertas acciones relacionadas con el control de sus movimientos, así mismo la adaptación al medio en que vive. Cuando el menor va avanzando en sus pequeños logros y los padres le generan confianza y valoración, el niño va respondiendo con un grado de satisfacción, en el que él mismo va asumiendo una disciplina, como fuerza que le da éxito. En este estadio se insiste en la importancia del papel de los padres.
Cabe señalar que el menor va asumiendo limites desde 2 a 3 años, en que las respuestas a los estímulos ya no van a ser instintivas, estas a su vez han pasado por un proceso de experiencia, que se convierte en un aprendizaje, aquí la intervención de los padres debe ser oportuna en el establecimiento de límites claros, sin olvidar el proceso de desarrollo. Por ejemplo del año y 8 meses el niño posee la capacidad para iniciar su entrenamiento de ir al baño, la madre atenta a esta etapa, no pegará al menor porque no aviso que quería ir hacer pipi, como una forma de disciplinar, por el contrario se mostrará paciente y brindará al niño la confianza apoyándolo en el control de esfínteres, es entonces que el niño logrará disciplinar poco a poco su organismo.
Es en este momento, que el menor desarrolla un control de sentido personal sobre las habilidades físicas; generando sentimientos de independencia. Recordar que los padres y educadores tienen influencia en la vida del menor, por tanto la disciplina se inicia a entrenar con la actitud y conducta que los adultos le trasmiten.
De los 3 años a los cinco años de edad, el menor continúa su proceso de desarrollo en un ámbito social más abierto, conviviendo con niños que no conoce, llegó el momento de las primeras enseñanzas enfocadas al desarrollo de habilidades básicas motoras gruesas (saltar sobre pequeños obstáculos) y habilidades motrices finas, como tomar la crayola, hacer trazos. Aquí nuevamente continua el desarrollo disciplinar: desde que mamá levanta al niño para arreglarlo y llevarlo al kínder, se da la primera formación de hábitos e imposición de límites, “no te puedes quedar más tiempo en la cama, es momento de jugar y aprender con tus compañeros”. La comprensión en conjunto con la motivación es un apoyo para que el niño logre un mejor desempeño. Es el ir generando una disciplina que le lleve a la formación de hábitos y autonomía. No crear niños dependientes que asumen solo reglas por temor a castigo, por el contrario, educar niños con capacidad de asumir pequeñas responsabilidades de acuerdo a la etapa de vida por la que atraviesan.
De los 6 años de edad a los 11, el entorno del menor se vuelve diferente, más hostil. Debe enfrentar las demandas de la sociedad y la puesta en práctica de sus habilidades. Forjar en el menor una adaptación al medio, en donde no todo es éxito, hay caídas y fracasos, apoyar al niño a lograr un aprendizaje a través de sus errores, una aceptación y reconocimiento de su empeño. Desde los 2 años empieza el establecimiento de límites, y es en esta etapa donde más empeño se debe poner; es la formación disciplinar, bajo un enfoque que conduce al éxito. Generar en el menor la responsabilidad. Establecimiento de límites claros, formación de hábitos, haciéndole ver las consecuencias de los mismos, sin imponer autoritarismos totalitarios, tratar de ser flexibles más no dejar que sea el menor quien imponga sobre el padre o educador sus intereses. Es guiar al niño al análisis sobre las acciones a llevar a cabo y las consecuencias de las mismas. “Termina tu tarea y tendrás tiempo para jugar”.
Entrando en la etapa de adolescencia, es propio que se den ciertos cambios en la conducta de los chicos, teniendo presente que los cambios biológicos y hormonales influyen fuertemente en su comportamiento. Esta etapa también merece comprensión, evitando el error de caer en el temor al que dirá el chico o la chica. La disciplina aplicada es guiarlos a ser críticos y analistas, que vean los que es mejor o no, ante un límite y las consecuencias del acato o desacato de los mismos. El adulto o educador debe ceder cierto poder al adolescente, no mostrarse como una persona autoritaria e intransigente, que castiga al incumplimiento de la regla, debe presentarse con actitud diplomática buscando consensos y acuerdos, llevando a los chicos a la internalización de sus propios resultados. No es el obedecer a ciegas, por el contrario es fomentar la responsabilidad.
LOS ADULTOS EJEMPLOS DE DISCIPLINA
Los padres son las primeras figuras cercanas al niño, ellos ejercen un papel importante y mediático en esta relación. Poseen la dicha de la cercanía del menor, quién regala sus primeras miradas, sonrisas, expresiones afectivas, Puesto que poseen un vínculo consanguíneo elemental para la existencia del pequeño. Son ellos la primera escuela de enseñanza y los primeros modelos de aprendizaje, a quienes idealizan y consideran como lo máximo, asumiendo por tanto sus enseñanzas
Los padres y adultos deben considerar que tipo de ejemplo están dando a los hijos, es decir debe existir una coherencia entre el enseñar y el actuar. Exigir respeto y dar respeto. El esfuerzo estriba en las acciones que se llevan a cabo, no en palabras vanas y castigos denigrantes. Los hechos hablan por sí solos, las acciones de los padres causan efectos. Mucho de los problemas que surgen de indisciplina en los niños, es porque no hay una congruencia en el educar y actuar de los padres y adultos.