El adulto, volviendo en el túnel del tiempo recordará momentos importantes de su infancia, entre ellos, las travesuras, los miedos, los sueños, el juego. Lo cual queda marcado en la vida de la persona. Entender al niño, es comprender sus necesidades. Los padres procuran de proveerlo, darle lo necesario para que viva y se desarrolle sanamente. Y es el juego una prioridad en el campo formativo del niño. Así como el quehacer es básico en el adulto, el juego viene a ser el trabajo del menor.
Pero ¿Por qué es tan importante el juego para los niños?, Donald Winnicott psicoanalista y pediatra británico, quien se dedicó al trabajo con menores resume lo siguiente: «Es en el juego y sólo en el juego que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de usar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo».
El juego es la experiencia impactante en el nuevo ser humano, que utiliza todas sus potencialidades, motrices, creativas, pone en ejercicio su capacidad de imaginar, se proyecta a un futuro en el ejercicio laboral, se encuentra con sus temores, la manera de enfrentarlos. Ello le hace experimentar diversas razones por lo que se justifica su juego.
El juego es importante pues lleva al niño a encontrar variados aspectos que fortalecen su desarrollo tanto físico como emocional.
Aquí algunas razones de porque es tan importante que el niño juegue
Control de ansiedad
La ansiedad en el niño es la expresión de temor a sentirse solo y desamparado ante los peligros internos y externos de su mundo. Esta ansiedad se relaciona a medida que el niño se va desarrollando y va tomando conciencia de su propia individualidad, de lo que puede hacer, los recursos que tiene y aquello que le es inalcanzable en su momento. El niño va identificando poco a poco aquello que le es desconocido, lo que es peligroso y provoca ansiedad. Por ejemplo él bebe en el octavo mes empieza a sentir angustia por las personas desconocidas. Esa ansiedad es el resultado de los temores del niño que puede estar dentro de la normalidad de las etapas de vida que va pasando. Sin embargo cuando esta ansiedad interfiere en el desarrollo evolutivo y las consecuencias sean mayores, puede considerarse un trastorno.
El juego experimental que se va dando en los primeros 4 o 5 años de vida del menor está relacionado al desarrollo de habilidades físicas, al ir aprendiendo y conociendo lo que hay a su alrededor y el placer que siente al experimentar. A la vez que va proyectando ansiedad en su juego, lo que posteriormente provoca la calma. Alrededor de los 6 años el niño posee mayor conciencia de lo que realiza, sigue disfrutando su juego, pero la ansiedad que él vive, se relaciona con la culpa. Por ejemplo el niño rompe un plato por accidente en la mesa y ello generó una discusión entre sus padres, él siendo ya consciente de lo que pasa, puede tener sentimiento de culpa, que si no se le hubiera caído el plato, probablemente sus padres no habrían discutido. Estas ansiedades que en la vida ordinaria del menor, salen a relucir en el juego y son un desahogo que le producen a la vez un alivio.
Se produce placer
La idea de pensar en jugar, por sí misma en los niños produce goce, es algo distinto a lo que puedan hacer en casa en los primeros años escolares. El placer es la satisfacción que el menor encuentra en explotar el potencial físico, imaginativo que está dentro de él. Lo cual le provoca goce al crear, inventar, soñar. Disfruta de juguetes, pero a la vez puede divertirse con cualquier objeto.
Energía física
El niño va adquiriendo la madurez física a medida que va desarrollándose, al tercer mes puede sentarse sin apoyo, 9 meses ponerse de pie, alrededor del año empezar a caminar, posteriormente, correr, saltar. A través del juego el niño disfruta el poner en práctica sus capacidades motrices. Frecuentemente los padres pueden escuchar diferentes expresiones como: “ya puedo saltar”, “mamá ve como corro” etc. A la vez que el niño goza en el juego donde libera energía física se favorece su crecimiento.
Proyectar la agresión
Cuando empieza el menor a tener conciencia sobre sus actos, lo que debe y no debe hacer. En ocasiones por la culpa que ello puede provocarle tiende a reprimir su enojo ante ciertas situaciones y el juego es para él un escape, una liberación. En el mundo real el niño no expresa tan fácilmente su sentimiento de enojo-agresión, pues ello le puede llevar a la culpa. Sin embargo en el juego encuentra el entorno preciso donde no es juzgado y puede expresar aquello que está sintiendo en un ambiente natural sin que le sean devueltas las cargas agresivas y de odio. Estas expresiones de agresividad que el niño hace por medio del juego son en cierta manera aceptables, pues el niño no lastima a nadie, se libera de sus sentimientos y encuentra la calma.
No obstante a través del juego se pueden dar expresiones de agresividad y de odio latentes, lo que ya no es propiamente una sanación. En la medida que éstas se den y se vayan agravando pueden ser consideradas no placenteras, sino como un indicador importante de algo serio está ocurriendo en el niño y se debe tomar las medidas necesarias para ayudarlo.
Adquisición de sueños
Los pequeños suelen tener grande imaginación, que de una manera u otra buscan plasmarla. Y es en el juego donde hacen realidad sus sueños a través de la fantasía, una realidad donde los objetos toman vida y las escenas de la vida cotidiana se transforman. Los amiguitos y compañeros juegan un papel muy importante en la vida del niño. Es en el juego donde los sueños suelen mezclarse con la realidad, lo que va alimentando las ilusiones en el tiempo, el gusto por lo que en un futuro puede convertirse en realidad.
La Experiencia
Es esta otra de las razones por las que se justifica el juego infantil. El niño en esa ardua tarea de jugar, en la que coloca emociones, sentimientos y pone gran empeño, va aprendiendo y adquiriendo experiencia en aquello que le producen placer. Es la fantasía una herramienta que le proporciona al menor gran riqueza interna, que en un momento determinado se vuelve experiencia. Paradójicamente puede ser experto en algún juego, pero a la vez va adquiriendo conocimiento en su vida y en la interacción con otros niños. Lo que despertará la capacidad para ver a través del juego la realidad.
El juego es tan fascinante para el niño, como lo puede ser el trabajo que ama un adulto. Es también en el juego dónde el pequeño va formando de manera divertida aquella selección de actividades atractivas que pueden ser las primeras experiencias de lo que más tarde se traduzca en realidad. Como aquellos que cuando eran niños gozaban de jugar al médico, al policía, a los detectives, al mecánico, la mamá etc. y en el presente es parte de su ámbito laboral.
Es en el juego donde se desarrollan las habilidades sociales, de comunicación, de liderazgo, solución de conflictos, capacidad creativa, construcción del aprendizaje. Por ello es de suma importancia que los padres de hoy den prioridad al juego, sin descuidar tareas de casa y labores escolares. Darle al pequeño ese espacio para que se desenvuelva en el juego. Evitar mofarse, criticarle o manifestarle descontento, recordar que así como el adulto tiene responsabilidades y trabaja, es el juego para el niño un trabajo cotidiano que en un futuro le proporcionará herramientas en su vida.
Se recomienda evitar el sedentarismo con el uso excesivo de juegos tecnológicos, es relevante que el niño desarrolle su capacidad física y creativa.
Lic. Emma Monjaraz Anguiano