Un modelo es alguien que llama la atención, por su forma de vestir, actuar, la manera en como esta persona se desenvuelve en la sociedad. Hoy en día los adolescentes y jóvenes se identifican con ciertos modelos, a los cuales tienden a imitar, incluso asemejándose lo más posible a ellos. Dichos modelos pueden ser: los artistas, cantantes, grupos musicales, deportistas, e incluso cualquier personaje, que considere importante. Todo lo que esté relacionado con el modelo es imprescindible para el joven, quien  busca estar al día y a la vanguardia.

Se ve claramente  la trascendencia que tiene un modelo para el joven.  Si aquellas personas totalmente ajenas a los lazos familiares ejercen una influencia importante, ¿Cuánto no mayor será la influencia de los padres?. El niño es permeable a recibir información, y todo lo que encuentra a su alrededor es un aprendizaje. El niño va descubriendo su mundo y la manera en como relacionarse. Son los papás los primeros modelos de aprendizaje, siendo ellos el primer contacto físico, emocional y quienes van guiando al menor a como dirigirse en la vida, desde sus primeros pasos, primeras reglas, consejos. Son ellos quien le advierten de los peligros, le enseñan los valores, le forman y educan, antes de que el niño acuda a las primeras enseñanzas escolares. Es en los papás, en quien el niño desde sus primeros meses de vida confía, porque en ellos se siente seguro, y lo que ambos padres realizan viene a ser para el menor una escuela,  en modales, educación, manera de hablar, asumir roles según como los padres se desempeñen dentro de la familia.

A los tres años de edad, el menor se encuentra en una etapa de curiosidad, pone su energía en todo aquello que llama su atención, gusta de jugar. Es en ese momento que el niño internaliza  modelos de conducta en general aceptables, que van forjando la conciencia en el menor de lo que se considera correcto o no correcto. Los papás son modelos directos del niños y de ellos recibe estas fuentes de información, directa  sobre cómo debe comportarse, por otro lado recibe la información indirecta de los padres, en cómo estos actúan y se relacionan entre ellos, con las demás personas y con los hijos. De ahí que el niño introyecta una conducta, y lo manifiesta en su comportamiento.

Se puede observar en el niño mediante el juego, manifestaciones claras de identificación, reglas, conductas deseables o incluso inapropiadas (rompimiento de reglas) lo que no es aceptable por los padres y le es corregido. El juego es una tarea básica y saludable para el niño, en el que expresa papeles, actitudes con los que se siente atraído o viceversa. Es en el juego donde se puede observar al menor, expresando actitudes de mamá o de papá. Ejemplo la niña que aprende los efectos de la crianza, pega a su muñeca y le regaña, simulando que ésta se ensucio. El niño que llega a casa imita al papá, pudiéndose mostrar violento con los compañeritos de juego. Es en estos aspectos tan sencillos donde se observa con claridad el papel de identificación.

En ocasiones los papás corrigen la conducta o actitudes de los hijos  con crueldad, pueden mostrarse desesperados o intolerantes. Sin embargo, lo que el niño está expresando suele ser las mismas reacciones del papá o la mamá, solo que como él es menor, son inaceptables. Con ello no quiere decir que en el adulto sean aceptables, pero es el niño quien está reflejando lo que vive en casa. La identificación con esos primeros modelos a seguir, se va forjando. El niño es un espejo que transmite la luz que vive en su familia y proyecta a los padres.

Como papás, procurar ser trasmisores positivos de conductas, actitudes y valores, más que enseñar al niño, en hacer o no hacer, recordar se aprende con el ejemplo. Estas primeras identificaciones tienen su repercusión en un futuro.

 

Emma Monjaraz Anguiano

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