Ser mujer es amar lo que eres, con todo lo que ello implica, tus luces y tus sombras, es gozar con los tuyos el amor y la alegría, los aciertos y fracasos.

La celebración de un día no puede encerrar todo lo que conlleva ser mujer, hoy las ideologías les confunden y creen luchar a favor de ellas aceptando destruir la vida, tener  actitudes de soberbia y libertinaje pensando ser mejor o más fuerte que el hombre, cuando es lo contrario.

Ser mujer es valorar el don de ser co creadora con Dios que te permite transmitir la vida, no sólo físicamente sino de mil maneras, acompañando al ser humano en su camino, enseñando a los pequeños el respeto a lo que les rodea, liderando con tus ideas de justicia y paz, armonizando el hogar con la delicadeza y la ternura, ejerciendo cualquier profesión con la seguridad de lograr un mundo mejor, alzando a voz de quien no tiene la fuerza para hacerlo…

Su naturaleza esta hecha para complementar al hombre, no para hacerlo a un lado; para fortalecer juntos la educación de los hijos, para luchar por causas que le hacen trascender; la inteligencia femenina es más sutil, posee un sexto sentido que no falla.

Su corazón ha sido diseñado para proteger, amar, cuidar, acompañar; cuando actúa en contra de él sufre interiormente pero, cuando conoce el potencial del que esta dotada no hay fuerza más grande que la de una mujer que sabe lo que quiere, más aún, cuando su bandera es la de Dios nadie puede derrotarla.

Ser mujer es un misterio tan grande que no todo el mundo comprende, el mismo Cristo llama a su madre «mujer» cuando le empuja a convertir el agua en vino, «mujer» sublime nombre dicho desde la cruz, «Mujeres no lloren por mi…» en su camino al calvario, «Mujer ¿porqué lloras?» a María Magdalena. Bendita palabra en los labios del Creador que plasmó con divina belleza la obra salida de sus manos.

Por ello te invito a valorar tu ser mujer, a disfrutar cada átomo de tu  feminidad, a cambiar tu  entorno con esa bella sonrisa que refleja la ternura de Dios.

 

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