«¡Tenemos cosas que hacer
maravillosas!
Nos han encomendado la casa de este mundo.
Todo lo que el Creador hacía en él
es ahora tarea nuestra.
No os crucéis de brazos,
ni os deis a la bueno vida.
¡De todo lo que podemos hacer
y no hagamos,
se nos pedirá cuenta!
¡Qué tarea tenemos encomendada!
Encender el sol cada mañana
para todos
y sacar brillo a la luna
para que relumbre por los caminos de la sombra.
Contar de una en una las estrellas,
investigar los planetas,
ponerles nombres:
a uno «amor» ,
a otro «solidaridad»,
al más lejano “lugar de encuentro».
Tenemos que limpiar cada mañana la atmósfera
para que respiren los niños
y se pierdan en su azul
el vuelo de los pájaros
y nuestras miradas.
apresúrense a limpiar el cielo
de aviones de guerra,
de helicópteros de vigilancia,
de cohetes nucleares,
de «cacharros» que llevan amenazas.
Hay que poner manos a la obra
de lo contrario… llegará un día…
En que la tierra parecerá una caldera abrasada
y los árboles serán huesos calcinados
y los ríos llorarán como una madre sin agua.
Nos han dejado en la casa
para organizar entre los trabajadores
una convivencia digna.
¡Hay que poner sumo cuidado en la tarea!
Amén.»