Desvalido y enfermo, a ti me acerco y te invoco, Espíritu Santo, pues eres fuente de vida. Ruego porque en estos instantes de dolor mi fe no flaquee, sino que, por el contrario, toda mi alma se ilumine y tenga capacidad de aceptar el duro y difícil trance a que se enfrenta mi cristiana vida. Sé medicina espiritual, dame resignación y entrégame el apoyo de tu magno consuelo. ¡Protégeme, Espíritu Divino!

Comparte:

About Author