«¡Oh Dios mío! Hermanas mías, ¿en qué otra cosa debemos complacernos sino en hablar de Dios, de la eternidad, de la dicha de nuestra vocación, del amor y fidelidad que debemos de tener para adquirir con perfección el espíritu de nuestro Instituto y orara consérvale cuidadosamente?»

 

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