El ser madre es un rol de suma importancia, pues aparte de los goces y satisfacción que de éste se genera, existe una cantidad de sacrificios, entrega, sinsabores. Pero el papel de la maternidad a pesar de todo es hermoso y se tiene en él, la implícita maravilla de llevar en el vientre a un ser vivo, un pequeñín que nacerá, será creado, educado, formado, crecerá, se desarrollará, aprenderá y llegará a ser un ser humano que continuará con la supervivencia del hombre.
El rol de la maternidad no es fácil, es una tarea delicada que conlleva la crianza innata, el aprendizaje de terceros y la propia experiencia que a lo largo del camino se va adquiriendo. Sin embargo existen tres tipos de madres y de él papel que las mismas tomen dependerá en gran medida la actitud de los hijos.
Se puede hablar de madres posesivas, esta característica de madres se presenta en madres primerizas, que como propio de la inexperiencia tienden a brindar los mejores cuidados y tratos con el recién nacido, sin embargo hay una tendencia a la sobreprotección. No permitiendo que el niño se vaya desarrollando dentro de un ambiente cálido y normal. Estos pequeñitos viven sujetos a las indicaciones de la madre y no presentan un proceso de real autonomía, pues actúan conforme a lo que la mamá dictamina.
Las madres primerizas, conforme pase el tiempo, la demanda de ocupaciones, el trabajo y la llegada de otro hijo, pueden ir modificando este tipo de actitudes. Sin embargo existen mamás simbióticas dentro de la normalidad, y mamás simbióticas que establecen relaciones patológicas.
El termino simbiosis se refiere a la relación de acercamiento que requiere el niño con la madre, para su desarrollo y cuidados. Es decir la necesidad del niño de tener una madre para sobrevivir a las primeras etapas de vida, a sí mismo la mamá que ve necesario acercarse al hijo como aspecto propia de la crianza y amor. Respecto a la simbiosis anormal o patológica, la madre se relaciona con el bebé, tiende a ser posesiva y sobreprotectora. Es en este contexto que la simbiosis materna afecta al hijo, no solo en su etapa de crianza y formativa, es tal el alcance que incluso llega a la vida adulta del hijo o hija, influyendo severamente en las decisiones que estos tomen.
El niño en las etapas de desarrollo, empieza un sentido de autonomía a la edad de dos años, pues pone a prueba sus habilidades locomotoras: caminar, correr, comer por sí mismo e inicia el control de esfínteres. Es una etapa de diferenciación donde él se reconoce a sí mismo como fuera de la madre, a la vez que se da cuenta que requiere de la intervención de la mamá para ciertos aspectos, como: le preparen el biberón, le ayuden a sentarse en la nica, entre otros.
Haciendo referencia a las madres maduras, que han pasado las etapas de la vida con heroísmo equilibrado. No quiere decir, que son aquellas mamás que su vida estuvo perfecta, pero si hubo el logro de los aprendizajes adquiridos que les dio fuerza y la capacidad para ejercer el maternaje.
Ser madre no es cosa sencilla, es bien sabido que implica una serie de circunstancias. Pero no olvidar que el rol de la maternidad influye en gran porcentaje en el desarrollo psico-emocional de los hijos. Las características del maternaje equilibrado se presentan en la actitud de las madres hacia sus hijos, son madres responsables en la crianza, pero identifican el papel de autonomía e identidad que el pequeño va adquiriendo.
Son mujeres sensatas que mantienen la serenidad en circunstancias que les preocupen, solo que hacen un pequeño cambio, trasladan la preocupación hacía la ocupación. Disfrutan de los pequeños logros de sus hijos y permiten la sana convivencia con ellos, así como respetar sus pequeños espacios, de juego, diversión y relaciones.
Sin descuidar en ningún momento a los niños, y en el caso de los jóvenes, están atentas, saben escuchar, buscan el diálogo, y dan la oportunidad al desenvolvimiento e independencia de los hijos. No obstante están siempre dispuestas para aconsejarles y guiarles. No es fácil ser madre, pero si se observa alguna conducta extrema en la maternidad, estar alerta, analizar y acudir a los expertos. Pues los hijos merecen calidad por parte de las madres para favorecer su óptimo desarrollo.
Lic Emma Monjaráz