El alcohol tiene una fuerte presencia en la historia de México por distintas culturas desde hace siglos, según la Secretaría de Salud 63% de la población consumidora de alcohol son adolescentes y jóvenes entre 12 y 24 años de edad, mencionando varias causas como:

Curiosidad                               29.4%

Invitación de amigos              13.5%

Experimentación                     12.4%

Influencia de amigos              9.4%

Aceptación de grupos             4.1%

Invitación de familiares          2.9%

Depresión                                2.4%

Ocupando México el décimo lugar en América Latina(1)

Es triste ver cómo se destruye la vida de los jóvenes y nos vamos acostumbrando a pensar que no pasa nada. Sin embargo, nos toca como parte de la sociedad ayudar a combatir este problema sin tolerancia ni imposición, es decir con una presencia preventiva, de educación y cercanía por parte de la familia y cuando esta no cumple con su papel, le toca a la comunidad educativa y si ella no está en la vida de los adolescentes o jóvenes, cualquier adulto en el ambiente de trabajo como jefes o compañeros.

Los adultos debemos preocuparnos por los valores que estamos ejemplificando con nuestra vida comenzando en la familia, nunca retar, bromear, menos aún apostar a comenzar como un juego el alcohol en la vida de los más jóvenes; sino usar la suficiente firmeza con los menores de edad y a los que ya tienen 18 o más, enseñarles a usar de su autonomía y libertad con conciencia de que el abuso además de perjudicar la salud, nos hace potencial peligro al volante, nos lleva a perder el equilibrio y a causar discusiones o peleas innecesarias, a ser también objeto de burla ahora con la facilidad de la tecnología, y por un rato de complacencia perder amistades y momentos que pudieron ser inolvidables en la vida de quienes nos rodean.

No es algo “normal” en la vida de un adolescente, ni un ajuste emocional en esta etapa de la vida, es totalmente todo lo contrario, el mejor momento de poner límites para evitar caer en el vertiginoso abismo del vicio del que no es posible salir sin lastimar nuestra propia dignidad y haber dañado a los demás.

Así que la próxima vez pongamos muy en claro los límites y como parte de una gran familia en la que lo que le pasa al otro nos afecta a todos, cuidemos a quienes nos rodean.

Casa de Jesús

 

 

(1) https://www.gob.mx

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