El Apóstol Santiago, uno de los doce Apóstoles de Jesús y unos de los predilectos, este hombre intrépido y decidido acompañó a Jesús en su vida pública pero también en los momentos más importantes de la historia de la salvación.
El Evangelio de Mateo y Marcos narran el llamado de Santiago y su hermano Juan, el evangelista. Cuando Jesús caminaba por la orilla del lago de Genesaret, también llamado mar de Galilea, después de llamar a Pedro y a Andrés, hace mención de que les llama también a ellos, quienes dejando las redes y a su padre le siguieron para convertirse en pescadores de hombres.
El evangelista Marcos menciona que a estos hermanos Jesús les llamó Boanerges, es decir, “hijos del trueno” haciendo referencia a su carácter impulsivo y franco, y nos recuerda la ocasión en que no dejando entrar a Jesús en tierra de samaritanos su inmediata reacción fue: “¿quieres que hagamos llover fuego del cielo para consumirlos en él?” recibiendo por ello una fuerte reprimenda por parte de Jesús.
Santiago presenció el milagro de las bodas de Caná, la pesca milagrosa, curaciones, y escuchó de labios Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, contempló la resurrección de Lázaro; experimentó el cielo como testigo presencial de la Transfiguración del Señor junto con Pedro y Juan, y también fue escogido para acompañar más de cerca al Maestro la noche de la oración en el huerto de Getsemaní.
Podemos reconocer en todo esto a un hombre valiente, impetuoso, ambicioso y generoso al aceptar el cáliz que su maestro bebería, pues, así como deseaba un lugar de honor cuando lo ve negado enseguida está dispuesto al dolor sin tener idea aún de cómo sería la muerte de su Maestro.
Así se convirtió en el primer mártir entre los Apóstoles, murió en Jerusalén bajo el gobierno de Herodes Agripa, quien mandó decapitarlo a l ver que esto agradaba a los judíos.
El Apóstol Santiago nos da grandes lecciones en su vida de seguimiento del Señor Jesús, pero especialmente de que cada persona tiene un proceso y una original historia para convertirse a Dios, con todas las cualidades y limitaciones de las que Él se sirve para llevar a la vida de santidad que a todos nos pide.