Hna Josefina Monjarás Anguiano
Hay muchos escritos que nos hablan de Él y dice la Sagrada Escritura en el evangelio de San Juan que si se hubiera escrito todo lo que él hizo y dijo no cabrían los libros en el mundo.
Jesús es el nombre que invade mi ser al escucharlo, es el que deseo pronunciar a cada momento y morir con su nombre en mis labios, se que es el Hijo de Dios, que es mi salvador, mi amigo, pero lo que más llama la atención es que cuando se acerca, todo es distinto, en este momento no puedo hablar con fundamentos teológicos, lo que menciono es solo una profunda admiración hacia el que prefirió revestirse de nuestra pequeñez , para devolvernos la dignidad de la imagen y semejanza que se nos había dado desde el momento de la creación.
Creo que por eso hay tanta gente que no le importa nada con tal de encontrarle en su camino, basta recorrer la vida de los santos que desde antiguo hasta nuestros días dejando todo van con ansia tras de Jesús porque al tocar a alguien lo convierte de débil a fuerte, de miedoso en valiente, de triste en alegre y entusiasta. Jesús nos muestra el amor del Padre y ¡de qué forma! no se reserva ni la última gota de su sangre enseñándonos que la plenitud del amor es amar sin medida, aunque el corazón humano es finito, sin embargo la búsqueda insaciable de Dios es como un océano interminable de explorar es como la búsqueda de sí mismo como que el ser humano solo encuentra su plenitud en Dios ¡oh cosa tan antigua y tan nueva, te buscaba sin saber que te buscaba! ¡Tarde te ame oh dulce bien de mi alma… te buscaba lejos y estabas tan cerca!.
El corazón de Jesús es el amor más cercano es el prototipo del hombre perfecto, del hombre feliz, del hombre realizado; esa búsqueda de felicidad, se encuentra en Él porque como dice San Agustín “nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”; comencé haciendo referencia al evangelio de San Juan en el último capítulo y último versículo hoy te digo hay muchas cosas que hizo Jesús solo algunas te toca reproducir en tu persona para que su palabra sea viva en ti, ni todo el género humano ni mil mundos más agotarían la riqueza que el corazón de Jesús encierra pregunta a Él en su palabra, en sus sacramentos en donde te encuentras de una forma más personal, ¿qué rasgo de tu persona puedes darme? ¿Tu humildad, tu ternura, tu dulzura, tu disposición a cumplir la voluntad del Padre, tu preocupación por los que sufren, por los que se encuentran alejados del Amor del Padre?, no lo sé pero esa respuesta llegará a ti a través de la oración y de tu cercanía a los sacramentos sobre todo en la reconciliación y en la Eucaristía que es la presencia viva y real de nuestro señor Jesucristo donde misteriosa y sencillamente palpita de amor por ti su corazón Divino y humano y te espera con ansias de que te des cuenta de su amor que te da en todo momento.