“Aprendí que la vida de una persona no se define por lo que ha pasado en ella. Yo escogí la vida y quiero vivirla”

La historia de April Skyes es un verdadero milagro: es la historia valiente de una joven que fue violada cuando tenía 18 años, en una pequeña ciudad del estado norteamericano de Tennessee, por un agresor cobarde y brutal llamado Virgil Samuel, que estaba manejando el coche en el que estaban April y otro amigo, Brandon McMinn, cuando de repente paró y los atacó.

Primero, intentó estrangular a Brandon y lo encerró en la cajuela. Después, atacó a April y la violó varias veces, en una noche traumatizante de terror.

Llamas, lluvia y amputación

Cuando se dio cuenta que Brandon había logrado escapar del maletero y había corrido a pedir ayuda, toda la furia insana de Virgil arremetió contra April: él arrojó gasolina sobre la joven ya violada, agredida e indefensa y le prendió fuego, abandonándola enseguida a la muerte a la orilla de la calle.

Hoy con 29 años, April no estaría aquí si providencialmente o milagrosamente no hubiera comenzado a llover.

La lluvia extinguió las llamas de su cuerpo y, fuertemente anonadada y traumatizada, pero aún viva, la joven fue socorrida por un hombre que, también providencialmente pasó por el lugar.

La llevó al hospital en gravísimo estado, April tenía un 64% del cuerpo quemado y, para salvarse, debía sufrir la amputación de la mano derecha y una operación en el brazo izquierdo. Sus movimientos quedarían limitados por el resto de su vida.

El valor de recomenzar

Después de que el monstruo fuera condenado a 35 años de prisión, en 2007, April logró reconstruir su vida.

Ella conoció y se casó con Chris, un marido que la ama, protege y apoya. El primer hijo de la pareja, Jonah, ya tiene 9 meses de edad.

El verdadero milagro para April es su vida nueva que, llena de amor, derrotó las tinieblas que ella podría haber permitido que la envolvieran para siempre tras este tremendo trauma. April tendrá que lidiar durante toda su vida con las marcas indelebles de aquella agresión cobarde en el cuerpo y en la mente, pero ahora tiene una familia cuyo amor supera los horrores del pasado. Ella misma deja esto claro:

“Yo tengo mi propia manera de cargar a mi hijo. Me tuve que adaptar, porque mis capacidades (de movimiento) son limitadas, pero aprendí que la vida de una persona no se define por lo que ha sucedido en ella. Yo escogí la vida y quiero vivirla”

Publicada originalmente en Aleteia

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