(Ideas extraídas de una conferencia que escuché al experto psicólogo Iñaki Guerrero)
Una persona con buena autoestima está mejor capacitada para ser feliz. Es una persona que se alegra con las cualidades de los otros porque ella «no las necesita», pues ya está contenta con las que tiene. ¿Se podría pensar entonces que una persona con buena autoestima se conforma y no trata de mejorar?….
Al contrario, desea mejorar para ser más útil, para ayudar mejor a los demás, pero sin estar obsesionada por el éxito o por ser aceptada en el grupo.
La obsesión por «ser aceptado» crea en los adolescentes inseguridad y tensión. A las chicas, especialmente a estas edades, les importa mucho el aspecto físico: » no me veo bien, nadie me va a querer así, me siento gorda…Tengo que cambiar mi físico». Y una vez de que empiezan a adelgazar algunas no consiguen frenarse, y se convierte en una obsesión. Pueden perder totalmente la objetividad y esa actitud puede generar en ellas enfermedades tales como la anorexia. De hecho la anorexia nace de la falta de autoestima.
Si voy a una fiesta insegura pensando qué van a pensar de mí, estaré toda la fiesta pensando en mí, “haciendo teatro” y manteniendo una pose, pendiente de si me aceptan o no; o bien, estaré tratando de decir que sí y tratando de quedar bien con todo el mundo. La persona con buena autoestima no está centrada en sí misma y pendiente de la aceptación de los otros; es natural y piensa en los demás, no en ella.
Para poder ser feliz hay que ser libre y no vivir “esclava de la aceptación de los demás”, es decir, tener buena autoestima. El tener buena autoestima me permite ir por la vida tranquila, libre y sin miedos, ya que los miedos son el principal impedimento para mi libertad.
Pero, ¿cómo se puede lograr una buena autoestima? Principalmente, la autoestima se genera en la infancia. El niño o la niña no sabe si es lista o tonta, guapa o fea… Depende de cómo le traten va forjando una idea de sí misma. Por eso no conviene proteger excesivamente a los niños sino potenciarles para que vayan creciendo poco a poco en autonomía y responsabilidad; tampoco conviene encasillarles con calificativos negativos del tipo: «eres torpe», o «eres malo», o «eres desobediente»… El niño se identifica con esos patrones de conducta y va a comportarse así. Convendrá más bien decirle: «esto lo has hecho mal» o «haciendo ésto no te has portado bien»…
Hay padres que piensan que para que su hijo o hija tenga buena autoestima, no se le ha de entristecer ni contrariar con correcciones. Esos padres, sin pretenderlo, hacen a su hijo un flaco servicio, ya que lo que sí conseguirán de seguro, es un hijo inmaduro y egocéntrico. Para tener una buena autoestima es importante ayudarles a conocerse, en lo bueno y en lo malo.
También están quienes creen que ser feliz y tener una buena autoestima depende de las comodidades y placeres que uno tenga o haya tenido en la vida. Y la realidad comprobada es que si uno tiene cubiertas las necesidades básicas, el aumento de placeres no aumenta el grado de felicidad. Los placeres son agradables, pero no dan la felicidad.
Los placeres producen habituación. Por ejemplo, te puede gustar mucho el pastel de merengue, pero tomar pastel de merengue a todas horas, al final cansa, crea hartura y tenemos que buscar otro placer. Hay otros placeres por el contrario que crean tolerancia como son el alcohol, las drogas, el sexo… Por ejemplo, uno se puede fumar un porro para conseguir cierto placer, pero cada vez tendrá que aumentar la dosis para conseguir el mismo grado de placer. Pasa lo mismo con el sexo y el alcohol.
Quien busca la felicidad en los placeres termina frustrado y es lo que les pasa a muchos jóvenes. Es paradójico que justo en los países más desarrollados, son cada vez más los jóvenes que recurren al alcohol y a las drogas como evasión, o se suicidan. Lógicamente, este dato no sale en prensa ni en los medios de comunicación, pero es una realidad estadísticamente comprobada, que hoy en día el suicido en Occidente es una de las principales causas de mortandad entre los jóvenes. Y es que la felicidad no está en los placeres, como nos lo quiere vender la sociedad del bienestar, sino en saber amar correctamente.
Erich Fromm, sociólogo, psicólogo, filósofo y marxista judío alemán, afirma en su libro «El Arte de Amar» que entre el amor al prójimo y a uno mismo, no hay contradicción, ya que sólo se puede amar a otro, si se ama a uno mismo. Lo que el cristianismo lleva anunciando desde hace siglos: «si quieres ser feliz, ama al prójimo como a tí mismo», la psicología lo está descubriendo ahora. Y es que efectivamente, aprender a amar, es decir aprender a darse y pensar en los demás, es la mejor fórmula para quererse bien a uno mismo, tener una buena autoestima, y ser feliz.
Eli Bengoetxea
Fuente: SON TUS HIJOS