«Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte; más ya que no lo puedo hacer sacramentalmente, ven, espiritualmente a mi corazón. ¡Ven, Oh Jesús mío! y como si ya te hubiera recibido, te abrazo y me uno toda a Ti, ¡Ah Señor, no permitas que jamás me separe de Ti!
V/. Ábreme tu Sagrado Corazón, ¡Oh Jesús mío! muéstrame sus encantos, úneme a él para siempre, que todas las palpitaciones de mi corazón aún durante el sueño, te revelen sin cesar mi amor y te digan:
R/. ¡Señor, yo te amo!
V/. Recibe el escaso bien que he ejecutado, hazme la gracia de reparar el mal que he hecho, para que te bendiga en el tiempo y te alabe por siempre en la eternidad.
R/. Amén.»