Son años intermedios; no son pequeños pero tampoco mayores. A las puertas de la adolescencia, la opinión de los amigos es lo que cuenta.

De los 10  a 12 años en las mujeres  y de los 12 a los 14 en los varones aparece la fase llamada “pre-adolescencia”. El pasaje de la niñez a la adolescencia se anticipa con el correr de los años. Desde los ocho años –y sobre todo las nenas- comienzan a desarrollar actitudes típicamente adolescentes que se combinan con las de la niñez que todavía no dejaron.

La adolescencia es una etapa del crecimiento que culmina con la llegada a la adultez y que abarca edades variables en ambos sexos: en las mujeres puede ir de los 10-12 años a los 18, y en los varones, de los 12-14 a los 20 años.

Una característica de esta etapa es su deseo de encontrar soluciones para todos los problemas y su empeño en conseguir lo que se proponen. Les gusta hacer las cosas bien y, cuando algo se les resiste, son autocríticos: «¿por qué no me sale?».

Parecen chicos serios a los que les gusta hacer cosas sin nuestra supervisión (y los padres haremos bien en confiarles tareas). Ya no hay que estar siempre encima de ellos recordándoles lo que tienen que hacer. ¡Por fin son responsables! (Bueno, casi).

Es la edad en que niños y niñas van por separado y expresan cierto desprecio cordial los unos por los otros. Al mismo tiempo sienten gran curiosidad por el otro sexo.

En ellas se observa un interés creciente por el aspecto físico. No sabemos si son más maduras que ellos, pero al menos lo parecen.

10 años: La edad de oro

A las puertas de la adolescencia, una de las cosas más importantes son los amigos,con los que compartirán casi, casi todo. Nuestros consejos pasarán a un segundo plano frente a las opiniones de sus iguales.

Impera la camaradería, así que no hay un afán por superar a los demás, sino más bien un deseo de ser «igual de bueno que…».

Sus intereses son diversos; les apasionan la ciencia, los deportes, la lectura, el cine…

Ya no le dan tantas vueltas a la vida, sino que disfrutan de ella: en general, los niños de esta edad están contentos consigo mismos, con su edad, con sus padres y con su hogar (bueno, con sus hermanos quizá no tanto).

Aun así, cuando las cosas van mal, no es raro que monten en cólera, aunque recuperan la calma enseguida.

También es característico de esta edad que sufran repentinos arrebatos de cariño (sin pasarse, ¿eh?), que dejan encantados a padres y abuelos.

Lic. Emma Monjarás

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