La orientación familiar es un servicio de ayuda para la mejora personal de quienes integran una familia, y para la mejora de la sociedad en y desde las familias. En la actualidad se ha convertido en una herramienta imprescindible para los padres de familia.
No es novedad que, debido a diversos factores como el relativismo, el consumismo, las pocas horas disponibles para compartir en familia, entre otros, los padres necesitamos apoyo y guía si es que queremos ayudar a que nuestros hijos sean personas cultivadas, que vivan con motivos nobles y actitud de servicio, que tengan una fe sólida, con hábitos de lectura y estudio, que usen el ocio en función de su enriquecimiento interior, etc. La calidad de la educación que le proporcionamos a nuestros hijos depende, en gran medida, de la armonía de nuestra vida familiar, de la calidad de nuestra propia formación y de la responsabilidad con la que desempeñamos la tarea de educarlos.
¿Dónde buscar orientación?
Paradójicamente, hablar de orientación familiar en estos días a veces nos hace perder la brújula. En este afán de encontrar la estrella polar de la sabiduría cotidiana, podemos encontrarnos con información de todo tipo, llena de contenido subjetivo y muy personal, que nos hace salir más enredados de lo que entramos. En este recorrer de todo y por todos lados, inevitablemente uno accede a contenidos o talleres de diverso tipo. Esta es la “maravilla” de la cultura de la web 3.0: todos, con sólo desearlo, somos líderes de opinión, escritores, especialistas, psicólogos, etc. Obviamente, existe también mucho contenido de primera y certificado, no sólo a nivel científico, sino también histórico, cultural, teológico, literario, pedagógico y “cotidiano” (no se puede negar que ver las 18 maneras de organizar un closet a la perfección es de gran ayuda), y poder acceder a él es algo fabuloso. En este marco, cuando se trata de educar a nuestros hijos o de cuidar nuestro matrimonio, debemos ser muy exigentes con la información de la que disponemos. Sí, es de mucha utilidad sentirse comprendido por alguien que está pasando lo mismo que nosotros, como por ejemplo el nacimiento de un bebé, peleas con la pareja, problemas de algún tipo con alguno de los hijos. Por eso hay miles de sitios webs y comunidades que se agrupan para dar soporte en situaciones determinadas que, de alguna manera, suplantan el rol tradicional que juegan las comunidades presenciales. Pero de ahí a seguir fielmente los consejos de alguien que cree que su forma de pensar sobre cómo educar a un niño o cómo vivir un matrimonio es la única correcta, porque simplemente así lo dice o se parece a lo que nosotros creemos, hay un largo trecho.
Pongamos un ejemplo. Una mamá abre su blog sobre maternidad y empieza a relatar todas sus experiencias con el bebé, desde si durmió toda la noche, hasta si lloró tantas veces o si el marido ayudó. Hasta ahí estamos bien. Tiene el derecho de compartir. Pero si da un paso más allá y comienza a atacar a las demás mamás que no piensan que dar de lactar 4 años seguidos es lo mejor o que no están ni ahí con los alimentos orgánicos; o critica a todos los hombres por simple deporte (porque no les gusta su rol tradicional y preferiría que fueran mujeres); o denuncia como un insulto a todas las mujeres del planeta que una niña de 1 año use vestido rosado o que otra de 4 juegue con muñecas y no con tanques o soldados, tenemos un problema de subjetivismo que debemos detectar. No es raro encontrar en el fondo de algunos “especialistas” un tufillo de rabia, feminismo radical, problemas afectivos sin resolver, entre otros rollos que se ven exacerbados cuando van ganando fans y adeptos que ponen “Me gusta” y “Compartir” sin parar (otro truco más de las redes sociales que dota algunos contenidos de una “veracidad” que no necesariamente tienen).
Por eso nosotros como padres, esposos, abuelos, etc., tenemos la obligación de validar las fuentes a las que acudimos cuando se trata de aplicar técnicas de educación o de resolución de conflictos familiares. Porque no estamos hablando de arreglar nuestro closet que, finalmente, si no queda perfecto no pasa nada. Estamos poniendo en juego la formación y el proyecto de nuestra familia que merece algo mejor que tips al estilo de Cosmopolitan.
¿Por qué es importante la orientación familiar?
Como hemos mencionado, hoy tenemos acceso a información pedagógica a la que hace 20 años quizá nos hubiese sido imposible llegar. Sin embargo, en esta época se detecta un creciente número de problemas en las familias: divorcios, violencia doméstica, trastornos de aprendizaje, asesinatos en los colegios, niños tiranos, adolescentes ególatras, adicción a los videojuegos y a la tecnología, embarazos no deseados, etc. Esta paradoja evidencia que una cosa es tener la información y otra es poder o saber aplicarla bien.
Si pensamos con detenimiento, veremos también que dentro de la gran cantidad de información de la que disponemos hay una diversidad muy grande e incluso contrapuesta de opiniones. Por momentos hoy parecería haber desaparecido de la ecuación familiar lo que antes era una herramienta perfecta para educar: el sentido común. Este sentido de la realidad durante décadas ofrecía una guía segura especialmente en temas tan importantes y relevantes como la vida, la familia, la moral. Sin afán de emitir juicios de valor, vamos a poner algunos ejemplos para clarificar esta idea. ¿El matrimonio homosexual está bien? ¿Las relaciones prematrimoniales están mal? ¿Irse de viaje con el enamorado a los 16 años es bueno? ¿Abortar? ¿En qué casos? ¿Enamorarte de otro cuando estás casado es una opción si encontraste al amor de tu vida? Seguramente si hiciéramos una encuesta con estas preguntas, incluso en nuestro círculo cercano de amigos y familiares, encontraríamos quienes están en contra y quienes están a favor de estas ideas. También habría muchos “todo depende de cómo sea la situación”. Como ven, el sentido común ya no es tan común y, desafortunadamente, el ser padre no te da mágicamente la sabiduría necesaria para encontrar las respuestas en un mundo repleto de millones de alternativas “válidas”.
En este panorama, nos será de mucha ayuda la orientación de personas que no sólo estén bien capacitadas y formadas en temas de familia, pedagogía, etc., sino que además compartan nuestros valores esenciales. La importancia de la orientación familiar radica quizá, en última instancia, en ayudarnos a forjar esa visión de fondo de las cosas, arraigada en valores sólidos, desde la cual podamos discernir la abundancia de información de la que disponemos y aplicar la diversidad de recursos que encontramos a nuestra realidad concreta. Busquemos grupos, autores, especialistas, entre otros, bien capacitados, firmes en sus creencias y coherentes en sus principios. Este detalle, además de brindarnos la técnica, también nos dará el fondo sólido sobre el cual cualquier método debe sostenerse. De paso, no corremos el peligro de caer en manos de personas que, debido a múltiples razones, consciente o inconscientemente, nos pueden llevar a buscar caminos o a tomar decisiones que nos den un resultado opuesto a nuestro anhelo real de amar y de formar una familia y unos hijos como Dios manda que es, finalmente, el motor que mueve a todos los que creemos que por ahí está el camino de la verdadera realización.
Fuente: LA MAMA OCA