Ahora, el deseo es más íntimo!: ¡Queremos un Corazón Amigo, un Seno fuerte, un Huerto cerrado de oración callada y sin palabras!… “Al amparo del Altísimo, no temo el espanto nocturno”… Y también: “Protégeme Dios mío, que me refugio en Ti!… ¡Tú eres mi Dios!”…

El ratón intruso

 Me encontraba en la cocina, haciendo algo, y de repente: tic, tic, tic, tic, tic… ¡Un ratoncito pasó por mis narices, saltando veloz!… ¡Me quedé asombrada de la intrepidez con la que corría sin intimidarle mi presencia!: tenía prisa por llegar a alguna parte, por buscar algún sitio donde sentirse protegido y seguro… ¡Desde luego conmigo no se quedó!… ¡Yo no formaba parte del lugar donde él pudiera estar al abrigo y sin peligro alguno!…
 En este mes, en el que el “señor frío” intenta colarse por todas las rendijas y huecos, todos buscamos un hogar calentito donde pasar el invierno, sin que nos sintamos amenazados por “el congelamiento”. Así le pasaba a nuestro ratón, que huía de vivir, como en el verano, a la intemperie, y quería aposentarse en un cobijo firme y agradable… Vivimos como en el campo, y estos inquilinos alguna vez se presentan en el interior del convento, sin permiso…
 Y pensaba en nosotras: hemos estado en la iglesia, este verano, en gran amplitud en nuestros cantos y alabanzas al Señor, pero ha terminado este mes de octubre y hemos trasladado nuestra liturgia diaria a la “capilla de invierno”, lugar más íntimo y recogido y con un calor muy confortable…
 Si esto sucede en la creación y a nosotras también… ¿qué sucede en nuestro encuentro continuo con el Señor?… ¡Ahora no deseamos esos cielos amplios con brisas ligeras!… ¡Tampoco añoramos los campos verdes, pintados de múltiples colores!… ¡Ahora, el deseo es más íntimo!: ¡Queremos un Corazón Amigo, un Seno fuerte, un Huerto cerrado de oración callada y sin palabras!… “Al amparo del Altísimo, no temo el espanto nocturno”… Y también: “Protégeme Dios mío, que me refugio en Ti!… ¡Tú eres mi Dios!”…
 ¡Qué bien lo dice la Palabra de Dios, siempre lista para los que a Ella se acogen!… ¡Sí, tenemos la Roca fuerte del Corazón de Cristo, que tiene siempre abierta su puerta!… ¡¡Este es el sitio que buscamos!!… Aquí, no se siente el frío de “los congelamientos humanos de la vida”… Nuestra sangre, aquí, fluye dejándose sentir hasta nuestras extremidades de pies y manos: nada escapa a su calor… Aquí, la gracia corre libremente en todos los sucesos de cada día…
 ¡Deseemos pasar el invierno en este Refugio que Dios nos ofrece siempre!
 ¡No tengamos miedo de lo que ha de venir y que se nos puede presentar amenazante!… ¡Nada se escapa a su calor!… ¡Busquemos esta casa, como “la golondrina un nido donde colocar sus polluelos”!…
 ¡Allí, todo nos habla de intimidad en silencio, de acogida plena!…
 Hoy el reto del amor es entrar en el Corazón de Cristo y, en un rato de oración, descansar en Él…
 VIVE DE CRISTO
Dominicas de Lerma
Publicado originalmente en Religión en libertad
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