The Washington Post ha llevado a sus páginas como modelo de gestión financiera familiar a los Fatzinger, una familia de Bowie (Maryland) formada por Rob (él, 51), Sam (ella, 48) y trece hijos. El titular resumía la hazaña: «Cómo una familia manda 13 hijos a estudiar, vive sin deudas… y encima piensa jubilarse pronto».
¿Exorcizar la casa?
Sam no trabaja (si es que no es trabajo el de encargarse de un hogar con quince personas) y Rob gana 100.000 dólares al año como programador informático, pero hasta hace una década nunca pasó de 50.000. Hace cuatro años terminaron de pagar la hipoteca (única deuda que han tenido nunca) y Rob ha preparado las cosas para jubilarse a los 62 años. Su filosofía es, por supuesto, ahorrar (el reportero del Post calculó el valor de la cesta de la compra que vio hacer a Sam en justo el doble de lo que realmente pagó gracias a su habilidad con las ofertas), pero tampoco se trata tanto de privarse de cosas como de «coger y elegir cuidadosamente». Y de ahorrar para invertir y acrecentar el capital con la regla del interés compuesto.
Se casaron hace 27 años y su primer negocio fue una librería católica (pues ambos lo son) que nunca les dio más de 36.000 dólares al año, y que cerraron en 2000 cuando ya tenían siete hijos. Siempre ahorraron entre un 10% y un 15% de sus ingresos, permitiéndose ciertos lujos: el 20 de cada mes, día en el que se casaron, el matrimonio sale a cenar, aunque sea a un lugar sencillo y barato.
Justo al empezar el nuevo trabajo de Rob compraron su casa actual. Estaba en tan mal estado que el sacerdote que vino a bendecirla bromeó diciendo que le haría también un exorcismo. Pero muchos familiares les ayudaron a reformarla.
En cuanto a los hijos, tienen su cuota de responsabilidad en la marca económica de la familia: «Empiezan a trabajar tan pronto como tienen edad para ello, y aprenden a discernir entre las necesidades y los deseos». Los mayores ya han concluido sus estudios universitarios: trabajo social, fisioterapia, matemáticas…
Misa diaria, y rosario también, si es posible
El artículo del Post, que aporta muchos detalles sobre la forma que tienen los Fatzinger de gestionar su economía doméstica, menciona que Rob y Sam son «católicos practicantes», pero no ahonda en esa cuestión.
Sí lo hace Epic Pew, lo que nos permite conocer, por ejemplo, sus hábitos religiosos: «Sin duda la misa diaria es lo más importante, el rosario por la tarde cuando es posible, y vivir el año litúrgico. Es difícil responder esto a nivel familiar, porque la mayor parte de nuestros hijos ya son mayores y son responsables de su propia formación en la fe. Nuestros hijos van a retiros en el instituto tanto como sea posible. Quo Vadis, Mount2000, Steubenville y Camp Maria son algunos de los retiros que nos ayudan a elevar nuestra espiritualidad. Aquellos de nuestros hijos que van al instituto acuden a clases de Biblia y van a grupos de jóvenes, y nuestros chicos son monaguillos».
«A mí», apunta Sam, «me gusta hacer una Hora Santa a la semana, pero fue difícil encontrar tiempo para ello dada mi familia y mi personalidad. Soy una persona madrugadora, así finalmente encontré que la mejor hora para mí era el sábado a las cinco de la mañana».
Consideran «una bendición» que su parroquia ofrezca numerosas actividades, e implicarse en ellas es «una parte esencial» de su vida.
Como también lo son «las comidas familiares» y algo que consideran fundamental en la educación de sus hijos, «acostarse temprano»: «No es tan fácil ahora como era al principio, cuando la mayoría de nuestros hijos eran pequeños». También son «prioridades esenciales» ayudarse unos a otros y celebrar los días festivos y los cumpleaños… y las bodas: en noviembre se casa en Arizona el hermano mayor.
Luz en un mundo oscuro
Los Fatzinger, como sucede con otras familias numerosas, son a veces mirados como seres de otro planeta. Sam confiesa que no permite que nadie se meta con ellos por ese motivo, y ambos dan un consejo: «Nunca te disculpes por tener muchos hijos; vive y muéstrate con confianza en tu familia y en las decisiones que tomáis. Ten una buena presencia pública y asegúrate de que tus hijos se portan bien».
Y para que la propia familia sea un instrumento de la Nueva Evangelización, una serie de interesantes sugerencias: «Sé amable e implícate de forma que convenga a la situación de tu familia en la vida. Ayuda a otras familias, échales una mano con los hijos o las comidas, apoyándoles en la oración y con actividades que les faciliten las cosas, no que les estresen. Mantén una sonrisa en tu boca, saluda a los demás y se amable. Sal de tu camino para ayudar a los demás. Ama al pecador y aborrece el pecado. Encuentra formas de que la gente vuelva a Dios, y sé un ejemplo en un mundo oscuro».
Fuente: RELIGION EN LIBERTAD