madre «Si conocieras el don de Dios…» 1 Así le habla Jesús a la mujer samaritana, así nos habla Jesús a todas las mujeres, «si conociéramos el don de Dios…» la vida sería muy diferente.

El don que Dios nos ha regalado es Jesucristo, si le conociésemos, nuestra manera de vivir y mirar la vida cambiaría enormemente. En la época de Jesús el machismo era más que elocuente pero esto no impidió que él le devolviera el valor a la mujer en cualquier circunstancia como lo hizo cuando le llevaron a la mujer acusada de adulterio y mirándola con misericordia defendió su vida y después la perdonó sin juzgarla 2; o cuando la mujer conocida por su vida pública entra en casa de Simón y Jesús se deja enjugar los pies con sus lágrimas y sus cabellos poniéndola delante de todos como ejemplo de amor  y gratitud 3.

Seguir a Cristo como mujer, esposa, madre, hija, ama de casa no es tarea fácil pero tampoco imposible, muy al contrario tenemos muchísimas posibilidades de hacerlo. Poseemos el maravilloso don de transmitir la vida, un sexto sentido para conocer al hombre y ser su compañera, una fina sensibilidad para compadecer al que sufre, una generosidad heroica, un corazón que ama incondicionalmente cuando se enamora de verdad.

Hay una realidad a la que poco a poco nos vamos acostumbrando a ver en nuestro entorno sin admirarlo: la madre que es también padre, sean cuales fueren las circunstancias por las que se tiene este papel, en no pocas ocasiones sufren el desprecio de la propia familia cuando es ahí donde debería recibir la comprensión, el amor, el respaldo y a veces son los padres los primeros en mirar con cierta decepción y desprecio la noticia.

La decisión de llevar a término un embarazo requiere mucha valentía y fortaleza entre tantas presiones internas y externas, conlleva una gran  responsabilidad que debió haber sido de dos… hoy se abren fácilmente las puertas del aborto que no destruye una vida sino dos, porque la madre jamás se perdona la muerte de su propio hijo.

Papa Francisco en septiembre de 2015 dirigiéndose a una madre soltera le dijo:«Sé que no es fácil ser una madre soltera, sé que la gente a veces las puede mirar mal, pero te digo una cosa, sos una mujer valiente porque fuiste capaz de traer éstas dos hijas al mundo” 4.

Evitemos juzgar y condenar los hechos, eso le toca a Dios y si tenemos la oportunidad de acoger con la oración,  la bondad, algún consejo respetuoso o simplemente decirle que cuenta contigo si te necesita.

1 Jn 4,10

2 Jn 8, 1-11

3 Lc 7, 36-50

4 Vatican. va

 

IFCJ

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