Con Licencia Eclesiástica
TIEMPO Y FIN DE HACER ESTA NOVENA
El tiempo más oportuno para hacer esta novena a San Ignacio de Loyola, es aquel en que sus devotos necesiten conseguir alguna gracia del Señor, por medio de su intercesión. Los que la hicieren sin precisarles alguna urgente aflicción, o fervor devoto, podrán escoger los tiempos siguientes: Desde el día veintitrés de julio hasta el día de su solemnidad, que la santa Iglesia celebra día 31 del mismo mes.
ADVERTENCIAS PARA TODOS LOS DÍAS
De rodillas, delante de algún altar o imagen de San Ignacio de Loyola, levantará el corazón a Dios y se considerará presente a la Santísima Trinidad, a Cristo nuestro Señor, a María Santísima asistida de la corte celestial de los ángeles y santos, y especialmente pondrá los ojos del alma en San Ignacio, ofreciendo a Dios por medio de él todos sus pensamientos, palabras y obras con la novena; hará la señal de la cruz y el acto de contrición.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío; por ser Tú quien eres, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido; propongo enmendarme y confesarme a su tiempo, ofrezco cuanto haga en satisfacción de mis pecados y confío e n tu bondad y misericordia infinita, que me perdonarás y me darás gracia para nunca más pecar. Así lo espero por intercesión de San Ignacio de Loyola.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Glorioso San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús y protector nuestro: Si es para mayor gloria de Dios, honor tuyo y provecho de mi alma, que yo consiga la gracia que te pido en esta novena, alcánzamela del Señor, y si no, ordena mi oración, mis pensamientos, palabras y obras: A la mayor gloria de Dios.
PRIMER DÍA
Jesús mío, que nos revelaste los Misterios de la fe, y por tu predicación deseaste plantarla en los corazones, como principio de todas las buenas obras y de la eterna salvación: te ofrezco los merecimientos de San Ignacio y singularmente los de su iluminada fe con la cual creería cuantos misterios están escritos en las Santas Escrituras y animado de la cual, la defendió contra los herejes, la dilató entre los gentiles y avivó entre los católicos. Te suplico, Señor mío Jesucristo, me des una fe viva en tus misterios, que me ilustre para creerlos y estimarlos como verdadera hija de la Santa Iglesia, con fervorosas obras de caridad; te pido me concedas la gracia de… si es para mayor gloria de Dios, honor del santo y bien de mi alma. Amén.
Padre nuestro…Gloria al Padre…(tres veces)a la Santísima Trinidad en obsequio de la devoción que San Ignacio tuvo a este inefable misterio y luego la siguiente oración:
ORACIÓN
Glorioso San Ignacio, a quien Jesús escogió para capitán de su Compañía y adornó con las virtudes que pedía este cargo: ángel en la pureza de cuerpo y mente; arcángel encargado de tantos negocios de la mayor gloria de Dios y bien de las almas; principado excelentísimo en la dirección e tantos millares de espíritus felices. Potestad poderosa para echar a los demonios de los cuerpos y de las almas; virtud prodigiosa en tantos y tan estupendos milagros; dominación suprema de la Compañía, que formó tan dignos ministros del evangelio y ahora continúa en formarlos desde el cielo; trono elevado en quien descansó la mayor gloria de Dios, corriendo tu apostólica alma por las cuatro partes del mundo; sapientísimo querubín, cuya mente ilustrada por el Espíritu Santo dictó sabiduría celestial a tu pluma; serafín fogosísimo, que aspiraste en tu vida, y aspiras continuamente desde el cielo a encender todo el mundo en llamas del amor divino; paraíso abreviado de todas las virtudes y gracias, que formaron la heroicidad de tu alma grande. Confiado en tu caridad, te pido me alcances que viva una vida verdaderamente cristiana, conforme a las obligaciones de mi estado, observando perfectamente la ley de Dios, y los consejos evangélicos que me pertenecen, que no busque en todas mis acciones otra cosa que la mayor gloria de Dios y que consiga una muerte dichosa en los brazos de Jesús, en el amparo de María Santísima. Espero me concedas estas gracias y el favor que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor tuyo y provecho de mi alma. Amén.
Se hace la petición.
ORACIÓN FINAL
¡Oh Dios misericordioso! Pues he recibido de tu bondad todos los dones naturales y sobrenaturales que tengo, deseo ser en alguna manera agradecida a tu misericordia y te entrego cuanto me has dado, con esta oración de san Ignacio de Loyola: “Recibe Señor, toda mi libertad, mi entendimiento y mi voluntad”. Cuanto tengo y poseo de ti lo he recibido, todo lo vuelvo a mi Dios y lo consagro a tu voluntad para que me dirija y gobierne en todas las cosas. Dame, Señor, tu divino amor y tu gracia y eso sólo me basta. Amén.
ORACIÓN PARA EL SEGUNDO DÍA
Jesús mío, tú que prometiste que nada nos faltaría a l os que esperamos en Ti, confiados en tu generosidad amorosa, te ofrecemos los merecimientos de San Ignacio, y singularmente aquella esperanza que le sirvió de tesoro inagotable en su pobreza, de áncora segura en las tormentas de tantas persecuciones y de una gloria anticipada entre los riesgos de esta vida: te suplico, Señor mío Jesucristo, me concedas una esperanza segura de salvarme, afianzada en las buenas obras, hechas con tu gracia y revestida con tus méritos y promesas, y también de conseguir los bienes que en esta vida me ayuden para mi eterna salvación proporcionados a mi estado, y la gracia que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor del santo y provecho de mi alma. Amén.
ORACIÓN PARA EL TERCER DÍA
Jesús mío, que tanto deseas el amor de tus creaturas, que nos mandaste como máximo y principal precepto amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas; te ofrecemos los merecimientos de San Ignacio , y singularmente aquel amor con el cual abrasado como un serafín, respiraba de amor divino, refiriendo todas sus obras, palabras y pensamientos a la mayor gloria de Dios, deseando por premio de su amor, más y más amor y cambiando la certeza de la eterna felicidad por la gloria de servirte. Te suplico, Señor Jesús, me concedas una centella de ese fuego sagrado que encendió a San Ignacio; y la gracia que te pido en esta novena, a mayor gloria de Dios, honor del santo y bien de mi alma. Amén.
ORACIÓN PARA EL CUARTO DÍA
Dulcísimo Jesús, que nos encomendaste la caridad y amor al prójimo como el distintivo y señal de tu escuela, diciendo que en esto se habrían de conocer tus discípulos: te ofrezco los merecimientos de San Ignacio y singularmente aquella caridad, con que deseaba encender en el fuego del divino amor a todos los hombres del mundo, y con lo que hizo y padeció tanto por su salvación y por asistirlos en todos sus trabajos. Te suplico, Señor mío Jesucristo, me des una caridad inflamada, con la cual, a imitación de San Ignacio, trabaje continuamente en el bien y salvación de mis hermanos con mis palabras y ejemplo, y la gracia que te pido en esta novena, a mayor gloria de Dios, honor del santo y bien de mi alma. Amén.
ORACIÓN PARA EL QUINTO DÍA
Dulce Jesús mío, que nos encomendaste la paciencia en los trabajos de esta vida, como la senda de la perfección y camino real de la gloria: te ofrezco los merecimientos de San Ignacio, y muy especialmente la paciencia con que sufrió desprecios, calumnias, cárceles y cadenas, con un espíritu tan constante y alegre en los trabajos, que decía no tener en el mundo tantas cadenas como deseaba padecer por Jesús. Te suplico, Señor mío Jesucristo fortalezcas la fragilidad de mi espíritu, para que con invencible paciencia resista a los trabajos, penas y angustias de esta vida, penas, dolores y afrentas, fabricando con ellas una escala para subir a la gloria, y la gracia que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor del santo y bien de mi alma. Amén.
ORACIÓN PARA EL SEXTO DÍA
Jesús mío, que con el ejemplo y las palabras nos enseñaste el continuo ejercicio de la oración y a vivir con el cuerpo en la tierra y con el espíritu en el cielo: Te ofrezco los merecimientos de San Ignacio y principalmente los de aquella continua oración con que vivió con los ángeles, mientras moraba entre los hombres, para conducirlos con sus trabajos y fatigas a la patria bienaventurada. Te suplico, Señor Jesús, que me concedas el don de la oración perfecta, el grado que me conviene para mi salvación y para llevar a muchos hermanos a la gloria, y concédeme la gracia que te pido en esta novena , si es para mayor gloria de Dios, honor del santo y bien de mi alma. Amén.
ORACIÓN PARA EL SÉPTIMO DÍA
Dulcísimo Jesús mío, con las austeridades de tu vida, pasión y muerte, procuraste inspirarnos una vida austera, penitente y mortificada: te ofrezco los merecimientos de San Ignacio de Loyola y especialmente los de su penitencia, con la cual convirtió la gruta de Manreza en un abreviado mapa de los rigores de Egipto, Tebaida y Nitro, y venció todas sus pasiones hasta reducirlas a ser instrumento de la gracia. Te suplico, Señor mío Jesucristo que me concedas una mortificación interior y exterior tan perfecta, que sujete todas mis pasiones y apetitos a la gracia, y mortificando la carne, mi cuerpo obedezca las leyes de una castidad perfecta y la gracia que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor del santo y bien de mi alma. Amén
ORACIÓN PARA EL DÍA OCTAVO
Dulcísimo Jesús mío, que desde el instante de tu Encarnación en el seno purísimo de tu Madre Virgen, obedeciste hasta morir en la cruz; Te ofrezco los merecimientos de San Ignacio de Loyola y singularmente los de su heroica obediencia, con que obedeció a todos sus superiores, especialmente al Sumo Pontífice de Roma, vicario de Cristo en la tierra, consagrando La Compañía de Jesús, con particular voto a la obediencia de la Santa Sede. Te suplico, Señor mío Jesucristo, me concedas una perfecta obediencia a todos mis superiores en todos los instantes de mi vida, y perfecta en los tres grados de obedecer en cuanto a la ejecución, a la voluntad y al entendimiento, y la gracia que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor del santo y bien de mi alma. Amén.
ORACIÓN PARA EL NOVENO DÍA
Dulce Jesús mío, que al morir nos mostraste el amor y deseo ardiente que tenías de que todos los hombres amaran, reverenciaran y sirvieran a tu Santísima Madre, encomendándola al discípulo amado. Te ofrezco los merecimientos de San Ignacio, y singularmente los que atesoró con la cordial devoción que profesaba a María Santísima, a quien escogió por Madre de su conversión, y después, esta Señora hizo oficios de Madre amorosa en todas las empresas que para tu mayor gloria emprendió, iluminándole para que escribiese el libro admirable de los ejercicios y el de las constituciones y reglas de la Compañía. Te suplico Señor Jesús, me concedas una sólida y cordial devoción para con María Santísima, tu Madre, aquella que es señal cierta de predestinados, que yo sirva a esta Señora con los obsequios del más fiel y obediente hijo, y la gracia que te pido en esta novena, a mayor gloria de Dios, honor del santo y provecho de mi alma. Amén.
ORACIÓN PARA OBTENER GENEROSIDAD EN EL SERVICIO DE DIOS.
¡Oh Verbo Eterno, Hijo unigénito de Dios! enséñame, te ruego, a ser generosa contigo. Deseo servirte como Tú mereces; darme a Ti sin reserva; pelear sin temor a las heridas; trabajar sin descanso e inmolarme sin esperar otro premio que la conciencia de haber cumplido tu voluntad santísima. Amén.
San Ignacio de Loyola