compromiso En el mundo del teatro, los actores y actrices leen sus líneas y practican sus escenas una y otra vez en preparación para la puesta en escena de una obra dramática. También se acostumbra a que antes de la primera presentación pública de la obra, los actores hagan un ensayo con vestuario para entrar más completamente en personaje y tener una vivencia clara de cómo será su representación teatral.

Esta estrategia de ensayo es definitivamente muy efectiva para que una obra de teatro tenga éxito en sus presentaciones, pero una obra de teatro no es la vida real.

En nuestro mundo de hoy, muchas parejas lastimosamente viven el noviazgo como si fuera un “ensayo con vestuario” de la vida matrimonial, en el cual la pareja convive como marido y mujer con el alegato de que de esa manera pueden experimentar conclusivamente si son o no compatibles, si se llevan bien o no, para ir fundamentando y acoplando su situación financiera en anticipación de su matrimonio y para supuestamente mejorar sus probabilidades de éxito matrimonial.

Pero el noviazgo y el matrimonio, contrario a una obra teatral, es la vida real y cuando se entra en una relación de convivencia sin haberse comprometido a darse fiel y totalmente el uno al otro para compartir el resto de sus vidas juntos, no se ayuda al éxito de la relación.

Las estadísticas demuestran que las parejas que conviven o cohabitan como si fueran marido y mujer antes del matrimonio de hecho experimentan un aumento de aproximadamente un 15 por ciento en la incidencia de divorcio (que de por sí es aproximadamente 50 o 60 por ciento en primeros matrimonios). O sea que una pareja que cohabita antes del matrimonio tiene de un 65 a un 75 por ciento de posibilidades de divorcio.

Se preguntará entonces por qué cohabitar, más que ayudar, va en detrimento para la relación matrimonial. La razón principal es que las parejas que conviven juntas antes del matrimonio lo hacen con una actitud de “por si acaso” de “si me va mal, pues me voy”,  la cual va justamente en contra de la actitud de compromiso indisoluble que se requiere para tener un matrimonio exitoso.

El amor conyugal verdadero que lleva a una pareja a prometerse ante Dios y ante los hombres que se amarán, respetarán y serán fieles en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y las penas, en la abundancia y en la escasez, tiene que ser un compromiso, una decisión de la voluntad y no un sentimiento que puede ser pasajero.

La falta de compromiso y permanencia que experimentan las parejas que conviven antes del matrimonio también les lleva a tener menos tolerancia cuando enfrentan dificultades.

Sabiendo que no tienen el compromiso de vida hecho ante Dios, la pareja que cohabita antes del matrimonio usualmente demuestra menos disposición para buscar soluciones a sus diferencias y problemas, pues sabe que si no quieren enfrentar los problemas, con separarse ya resuelven su dificultad.

Estas relaciones fallidas traen heridas profundas que marcan la vida de ambos en la pareja y les hace aún más recelosos y defensivos en futuras relaciones. Van a traer el mal recuerdo de esa relación anterior, consciente o inconscientemente, a su próxima relación la cual también puede terminar siendo efímera.

Por ello Dios Nuestro Señor y la sabiduría de nuestra Iglesia Católica invitan a las parejas a resistir la tentación de cohabitar previo al matrimonio, pues esta actitud preserva a la pareja para sellar el pacto de amor eterno con esa única persona que Dios creó para su felicidad luego de su compromiso y entrega ante Dios.

Además, la relación matrimonial es protegida por el compromiso firme de las promesas de fidelidad, permanencia y apertura a la vida a la que les llama la vocación al matrimonio. Como bien dijo una sabia abuelita cuando se le preguntó en su 60 aniversario de bodas cómo pudo permanecer tantos años en feliz unión matrimonial: “porque yo nací en una época donde cuando algo se dañaba, se arreglaba. No como ahora que cuando algo se daña, simplemente se desecha y se compra otra nueva”.

Comprometidos, les recomendamos que tengan esta misma actitud para con tu futuro matrimonio.  Entren pues al sacramento del matrimonio no sólo con la bendición de Dios, sino con el compromiso de permanecer juntos toda la vida, sin previas pruebas, sin “ensayos con vestuario”. Recuerden siempre que el verdadero amor… ¡Espera!

Fuente: Por tu matrimonio

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