«¡Jesús Divino! Mi Señor y mi Dios, con todo el afecto de mi corazón, te ofrezco cuanto piense, diga y obre en este día, por la conversión de los pobres pecadores, en desagravio de los pecados con que en todo el mundo eres ofendido y muy particular de los ultrajes que se cometen contra el Santísimo Sacramento,  donde de modo muy especial, nos das testimonio de tu Amor.

 

Yo sé,  Señor, que tu Corazón Divino sufre al ver la indiferencia e ingratitud de los hombres. ¡Cuán dichosa fuera yo  si mis sacrificios de este día te proporcionaran algún consuelo. Esto lo deseo, Jesús mío, de lo íntimo de mi corazón. Acepta mi ofrenda, bendíceme y mantenme siempre unida a Ti. Amén!»

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