El Papa Francisco ha centrado su habitual catequesis de los miércoles en el tema de la oración , que no debe servir para autoengañarse ni para huir de las responsabilidades, ni ser un ritual vacío. Lo explicó en su audiencia pública en el Aula Pablo VI, con público limitado por las medidas de prevención del coronavirus.

La oración, dijo en la catequesis en italiano “no es un calmante para aliviar las ansiedades de la vida”. La oración “responsabiliza”.

Para “aprender” a rezar bien es bueno rezar con los Salmos, dijo, que son a la vez oraciones íntimas y comunitarias. Rezando con los Salmos, dijo, «el mundo está siempre presente”.

El Papa se centró en este encuentro en denunciar muchas formas de abusar de la oración, fingir con ella o vaciarla. La raíz de su reflexión es la figura del «impío» en los salmos, el que “vive como si Dios no existiera”, que “no teme juicios sobre lo que piensa y lo que hace”.

¿Rezas pero odias a los demás? Eso es ateísmo práctico, dice el Papa

«Si rezas muchos rosarios al día, pero luego hablas mal de los demás, y guardas rencor en tu interior, si sientes odio hacia los demás, eso es puro artificio, no es verdad», explicó el Papa Francisco en su audiencia. «Dios no sostiene el “ateísmo” de quien niega la imagen divina que está impresa en todo ser humano. […]Creo en Dios, pero con los demás, «distancia», y me permito odiar a los demás. Esto es ateísmo práctico. No reconocer la persona humana como imagen de Dios es un sacrilegio, es una abominación, es la peor ofensa que se puede llevar al templo y al altar», advirtió el Papa con firmeza.

Advirtió contra la oración falsa, la que busca el ser admirados, el cubrir las propias necesidades o la que sólo busca encontrar consuelo sin transformación real hacia Dios. Por lo general son oraciones en las que no se piensa en el hermano.

Para ser plenamente humanos, los hombres necesitan una referencia a lo absoluto, lo trascendente... el Papa cree que a esto es a lo que los maestros ascéticos han llamado el «sagrado temor de Dios». Esa referencia «impide que nos abalancemos sobre esta vida de forma rapaz y voraz. La oración es la salvación del ser humano», advirtió el Papa.

La oración sincera, dijo, “hace contemplar la realidad con los ojos mismos de Dios”.

Por el contrario, vivir de la apariencia es una oración falsa. “Quienes van a misa sólo para hacer ver que van a misa, que son católicos o para mostrar el último modelo que han comprado… para hacer una buena figura social. Van a una oración falsa», advirtió el Pontífice.

De lo que rezas en el templo a lo que haces en la calle

La oración puede comenzar en la tenue luz de una nave, pero luego termina su recorrido por las calles de la ciudad, advirtió Francisco. Y viceversa, puede brotar durante las ocupaciones diarias y encontrar cumplimiento en la liturgia. Las puertas de las iglesias no son barreras, sino “membranas” permeables, listas para recoger el grito de todos.

Cuando se reza, dijo también Francisco, todo adquiere «espesor», adquiere peso, “como si Dios la tomara en sus manos y la transformara”.

Recordó el Papa la enseñanza de la primera carta de Juan: «Si alguno dice “Amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de Él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano» (1 Jn 4, 19-21).

Por eso, peca de «impiedad» quien vive y reza «como si Dios no existiera, y como si los pobres no existieran», finalizó el Pontífice.

Publicado originalmente en Religión en libertad

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