Las manos de la Virgen del Roble no están juntas sobre el pecho en actitud orante y devota, sino completamente abiertas, hacia afuera y hacia abajo en actitud del que todo lo da.
FIESTA: 18 de diciembre.
Es una pequeña escultura de 58 centímetros asentada en una peana de madera enchapada de plata. La materia de que está hecha es una mezcla de corazón de maíz y de bulbos de flores. Sus labios son delgados y cerrados, su nariz fina, sus ojos proporcionalmente grandes y completamente abiertos, con la pupila café obscura mirando de frente, su tez es apiñonada.
Su rostro es el rostro de una señora que ha sufrido mucho, de una Madre que ha acrisolado su amor en el sacrificio. Sus ojos inmensamente abiertos, miran de frente. Las manos de la Virgen del Roble no están juntas sobre el pecho en actitud orante y devota, sino completamente abiertas, hacia afuera y hacia abajo en actitud del que todo lo da.
En el año de 1592, Fray Andrés de León, benemérito misionero franciscano, colocó una imagen de la Virgen Santísima en el hueco de un roble, para protegerla de las incursiones de los indígenas nómadas y salvajes.
En cierta ocasión, no mucho tiempo después de la fundación de la ciudad, una sencilla y humildísima pastorcita que cuidaba las cabras del pequeño ganado familiar, mientras pacían en los campos cercanos a su hogar, oyó que desde un roble la llamaban con toda claridad e insistentemente por su propio nombre ¡Cuál no sería su sorpresa, al encontrar en la oquedad de un roble silvestre una pequeñita imagen de la Virgen Santísima! pudo darse cuenta de que la bellísima estatuita se encontraba cuidadosamente colocada en el interior del tronco de un roble, que le servía de nicho y que la defendía de las inclemencias del tiempo.
Conmovida profundamente contó a sus padres lo sucedido, se dio parte al párroco del lugar y a los vecinos, quienes le edificaron un templo. Siendo la imagen que se venera actualmente en la Basílica del Roble en Monterrey.
Fuente: Basílica del Roble