Esta pequeña imagen de 33 centímetros, llegó en 1542 traída por Fray Miguel de Bolonia, bajo la advocación de Inmaculada Concepción, los indios le llamaron Cihuapilli, que significa Señora Celestial.
Los expertos afirman que fue amasada con pegamentos y pulpa de caña de maíz de Michoacán. Varias veces ha sido restaurada su pintura, su carita y sus manecitas.
En diciembre de 1623, pasaba una familia española de cirqueros. Y ensayando sus números para presentarlos luego en Guadalajara, una de las hijas se accidentó cayendo sobre unas espadas colocadas en tierra, y sus sienes taladradas con el pico de una piedra.
Pasadas varias horas, hacia el mediodía, buscando un sacerdote que bendijera su entierro, acudieron a la Capilla, donde una india ya anciana llamada Ana Lucía, conmovida por la muerte de la niña, pidió a los padres que le permitieran colocarle una Virgencita muy milagrosa que estaba guardada en la sacristía.
Y sucedió que, después de un rato de rezos y de súplicas, se incorporó la niña que estaba muerta, tomando la imagen entre sus manos, totalmente sana de sus heridas.
Este milagro corrió por toda la Nueva España, y a medida que era conocida, era muy buscada y aclamada como la milagrosa Virgen de San Juan. Desde entonces siguen ocurriendo muchos milagros.
Papa San Juan Pablo II, cuando estuvo en el Santuario de Nuestra Señora de San Juan, dijo: “La Imagen de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos tiene el encanto de las cosas sencillas, como sencilla fue la vida de la Virgen de Nazareth. Una imagen hecha de material humilde por los artesanos de estas tierras, pero labrada con inmenso amor y fruto de luminosa fe; y que, a la vez posee el misterio de la grandeza misma de la Virgen, en la que Dios hizo maravillas, desde su Inmaculada Concepción hasta su Gloriosa Asunción”.
Fuente: Basílica de la Virgen