Esta oración te puede ayudar cuando visites a Jesús Sacramentado o en un momento de oración ante el Santísimo para agradecer su Presencia entre nosotros.

¡Qué bien se está contigo, Señor, junto al Sagrario!

Qué bien se está contigo, ¿por qué no vendré más?

Hace ya muchos años vengo a verte diario y aquí te encuentro siempre – Amante solitario –
Sólo, pobre, escondido, pensando en mí, quizás!…
Tú no me dices nada ni yo te dijo nada; si tú lo sabes todo, ¿qué voy a decir?
Sabes todas mis penas, todas mis alegrías, sabes que vengo a verte con las manos vacías, y que no tengo nada que te pueda servir.
Siempre que vengo a verte, siempre te encuentro solo, ¿será, Señor que nadie sabe qué estás aquí?
No sé; pero se, en cambio, que aunque nadie viniera, aunque nadie te amara ni te lo agradeciera, aquí estarías siempre, esperándome a mi…
¿Por qué no vendré más? ¡Qué ciego estoy, qué ciego!
Si sé por experiencia, que cuando a Ti me llego, siempre vuelvo cambiado, siempre salgo mejor.
¿A dónde voy, Dios mío, cuando a mi Dios no vengo?
¡Si Tú me esperas siempre! Si a Ti siempre te tengo, si jamás me has cerrado las puertas de Tu Amor.
Por otros se recorren a pie largos caminos, acuden de muy lejos, cansados peregrinos o pagan grandes sumas, que no han de recobrar.
Por Ti, nadie me pregunta; de Ti, nadie hace caso; si alguna vez Te visitan es sólo así, de paso; aquí eres Tú quien paga si alguno quiere entrar.
¿Por qué no vendré más si se que aquí, a tu lado, puedo encontrar, Dios mío, lo que tanto he buscado: mi luz, mi fortaleza, mi paz, mi único bien?
¡Si jamás he sufrido, si jamás he llorado, señor, sin que conmigo llorases Tú también!
¿Por qué no vendré más Jesucristo bendito?
¡Si Tú lo estás deseando! ¡Si yo lo necesito!
¡Si se que no soy nada cuando vengo aquí…
Si aquí me enseñarías la ciencia de los santos como aquí la buscaron y la aprendieron tantos, que fueron tus amigos y gozan ya de Ti…!
¿Por qué no vendré más, si se yo, que Tú eres el Modelo único y necesario, que nada se hace duro mirándote a Ti aquí…?
El Sagrario es la celda donde estás encerrado…
¡Qué pobre, qué obediente, qué manso, qué callado, qué solo, qué escondido…Nadie se fija en Ti!
¿Por qué no vendré más? ¡Oh bondad infinita, riqueza inestimable que nada necesita, y que te has humillado a mendigar mi amor!
Ábreme ya esa puerta – sea esa ya mi vida- olvidado de todos de todos escondida.
¡Qué bien se está contigo qué bien se está Señor!

Comparte:

About Author